El vivo al bollo

Los primeros acuartelados en el regimiento de Ingenieros terminaron saliendo con el petate al hombro, y después Carmen Chacón se dio una vuelta por las instalaciones igual que Fraga se bañó en las aguas de Palomares con el embajador de los “estates”.

Dicen, (toquemos madera), que el foco está controlado, aunque todavía quedan unos militares en observación, y aquellos niños que fueron de visita se encuentran bien y sin fiebre. Si eso es cierto entonces final del estado de alerta nacional. Usando el lenguaje de la Ministra de Defensa: “¡capitán: mande dejar de toser!”.

Es el momento de preguntarse quién le tiene que pedir perdón a los ciudadanos de Hoyo de Manzanares que han pasado quince días en un “¡ay!”, y quién le tiene que compensar a los hosteleros que se quedaron sin dar los banquetes de bodas y comuniones porque sobre el pueblo se extendió un cordón sanitario de pánico. Miedo que ahora se presenta más absurdo que nunca pero que entonces parecía el inicio de una película de terror, como si en esa localidad hubiera aterrizado una nave marciana y se llevara a los niños cogidos de los pelos. Igual el alcalde de Madrid, que tan solícito estuvo para viajar a Méjico D.F., se da una vuelta por allí y cerramos este enojoso asunto.

Aquí tenemos el gusto de politizarlo todo, justicia y sanidad también. Lo suyo sería obtener alguna consecuencia para que no se vuelvan a repetir los pánicos pero es verdad que también somos duros de mollera y enseguida estamos dispuestos a hacer todo lo posible para que salten las alarmas.

Queda la triste sospecha de que todo se ha magnificado porque estamos en campaña electoral. Unos y otros se han aprovechado de la gripe A.

El vivo al bollo y también al Hoyo… de Manzanares.


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