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El futuro de UPyD

El futuro de UPyD

lunes 15 de junio de 2009, 13:13h
   UPyD ha conseguido un resultado más que esperanzador en las elecciones europeas, que debe saber leer y sobre el que debe tomar importantes decisiones de futuro. Porque son muchas las lecturas y  de las conclusiones que extraigan de ellas va a depender si se establece como una fuerza política con la que pueda contar la Nación  en años venideros o se disuelve como un azucarillo.

   La primera lectura es simple. Los resultados son buenos. Tras conseguir aquel primer hito de un parlamentario estatal y ese otro autonómico en el País Vasco, ahora ha obtenido un europarlamentario, ha crecido en votos, se ha extendido en su influencia por toda la geografía, ha desplazado a IU como tercera fuerza, y voto alternativo por tanto a los dos grandes, no a nivel global, pero sí en Madrid, en más de 30 capitales de provincia y en otros importantes núcleos de población. Es un partido pues que emerge con fuerza en los núcleos urbanos con un punto de irradiación que no es otro que la capital de España donde ha obtenido casi un 7 por ciento con sus más de 150.000 votos. No es tampoco baladí que opciones como Ciudadanos-Libertas se hayan hundido (unos irrisorios 20.000 votos), por sus despropósitos y errores, y le dejen esa franja libre incluso en el propio territorio catalán. Estoy, además, seguro que sus militantes, simpatizantes y votantes están sumamente satisfechos por haber superado en términos globales a la coalición de nacionalistas más radicales donde se agrupan ERC, BNG y otros similares.

   La segunda lectura es ya más compleja y menos optimista. Sus expectativas eran mayores, hubo tan sólo hace unos meses sondeos que le atribuían mucha mayor proyección, y existe cierta sensación de que ha habido una cierta perdida de fuelle y no sólo de cierto estancamiento sino de achicamiento. La ocasión era buena, por el tipo de elección de circunscripción única, por el momento político, por el desasosiego de muchos votantes hacia el PSOE y el PP, y hasta por importantes apoyos mediáticos, muy concentrados, eso sí, en algunos lugares mientras que en otros, los mayoritarios, se les negaba el pan y la sal. En suma, podían esperar y, de hecho, esperaban más.

   Creo, sin embargo, que más allá de estas dos primeras impresiones es la tercera donde debe profundizarse en el análisis de futuro y de papel relevante ya no de hoy sino de mañana. Y me refiero a las próximas elecciones autonómicas y sobre todo municipales. Un análisis pormenorizado de los votos resalta de inmediato que con los votos ahora obtenidos, y de mantenerlos en esas elecciones, su papel puede ser decisivo. Esos votos significan concejales y pueden poner y quitar alcaldes. No sé si incluso pueden afectar a una comunidad completa, pero capitales y grandes y medianos núcleos de población podrían alumbran centenares, muchos centenares de concejales de UPyD.

   Hasta ahora muchas de esas llaves las tenía IU, que parecía llevar acarreado el mandato "genético" de entregar los bastones de mando al "hermano mayor" socialista. En otras eran nacionalistas o grupos de escindidos de este o aquel. UPyD puede desplazarlos y algo más, porque no parece que sea su filosofía la de quedarse en bisagra o en  sostén.

   Pero es aquí donde está y estará su encrucijada, la clave de su futuro. Primero en el prepararse para esas elecciones, extender el partido, lograr ampliarlo a algo más que el rostro y la persona y personalidad de su máxima dirigente, Rosa Díez. Tiene que encontrar esos candidatos, esas gentes que encarnen esa filosofía tan atractiva para muchos. Laica, progresista de verdad y por ello, y no a pesar de ello, con una clara idea de ciudadanos de un mismo estado, sin privilegios territoriales, con los mismos derechos y deberes con independencia de lugar donde se nazca o resida. Unos candidatos, en suma, que sean sus caras en ciudades y villas y que consoliden esos votos que ahora sólo han ido a una sigla nacional.

   En ello se juega el pasar el listón o diluirse como ha sucedido con otros intentos similares. Si esto lo consigue llegará luego una segunda decisión, ya de poder, ya de gobierno, que es de nuevo donde se la jugará porque será trascendental. ¿A quién apoyará? ¿Qué criterio seguirá? De acertar o equivocarse volverá a depender su suerte. De lo sucedido y de su rectificación en el País Vasco puede extraer lecciones pertinentes.

   UPyD tiene pues recorrido y posibilidades. Las ha logrado con su esfuerzo y con esos 449.499 votos obtenidos, a pesar de tremendos ninguneos y hasta de algún abrazo de oso, puede que hasta obligado a aceptar, que a la larga y hasta a la corta puede perjudicarles. Porque, y para finalizar, también debe leer de donde provienen sus votos. Y esta vez parece coincidirse que los ha captado de los dos grandes caladeros. Sesgarse hacía un voto ultramontano, pues, no le supone ganancia real y sí, más bien, pérdida de identidad y presentar candidatura de suicidio. Pero, hoy por hoy, UPyD sí que es un brote verde, ya toda una plantita en el panorama político español, que bien pudiera dar al traste con ese mapa político que parecía atado y bien atado por el bipartidismo y sus muletas y el nacionalismo.
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