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Una mujer de 19 años

Cuatro días de cautiverio tras un secuestro de 'película'

Cuatro días de cautiverio tras un secuestro de 'película'

viernes 17 de julio de 2009, 18:50h

La Policía Nacional ha liberado a una chica de 19 años secuestrada desde el lunes y escondida en un 'hoyo' excavado en el monte. Dos hombres apresaron a la joven en Alicante pensando en pedir un rescate de 300.000 euros a su padre, un directivo de Seur y hasta entonces la mantuvieron retenida en un pequeño espacio de cuatro metros cuadrados excavado en el monte.

La mujer de 19 años fue apresada en Alicante el pasado lunes cuando se disponía a coger su vehículo y estuvo retenida en un nicho  mientras sus raptores solicitaron al padre, directivo de una empresa de la zona, 300.000 euros en billetes de 50 para su puesta en libertad e intentaban persuadirle para que no avisara a la Policía. Han sido detenidos dos hermanos como presuntos autores del rapto. Uno de los arrestados acababa de cumplir condena por el homicidio doloso de su mujer y el otro estuvo empleado en la misma compañía que el progenitor de la víctima.

Denuncia del padre

La operación se inició el pasado 13 de julio cuando el padre de la joven secuestrada se puso en contacto con la Policía Nacional. Acababa de recibir una llamada desde el teléfono móvil que habitualmente usaba su hija en la que ella misma le comunicaba que estaba secuestrada. Acto seguido uno de los secuestradores le dijo: “Esté usted tranquilo, no le vamos hacer nada por ahora”. “El miércoles le volveremos a llamar”. Tenga preparados 300.000 euros en billetes de 50”. “Como llame a la Policía se estropeará todo”.

A partir de ese momento se activó el protocolo de actuación establecido para secuestros, desplazándose hasta Alicante policías especializados para iniciar las investigaciones y verificar in situ los hechos. Tras las primeras pesquisas, los agentes comprobaron que el apresamiento había sido preparado meticulosamente y que la víctima había estado sometida a vigilancias previas para determinar el momento y lugar adecuados para el rapto.

Pincharon una rueda del vehículo de la joven para facilitar su captura

Los agentes examinaron concienzudamente el vehículo de la víctima y comprobaron que una de las ruedas había sido pinchada. Enseguida determinaron que cuando la chica regresó para coger el coche, encontró el neumático desinflado y no pudo utilizar el automóvil. Sus secuestradores aprovecharon esa circunstancia para retenerla contra su voluntad e introducirla a la fuerza en otro vehículo.

El siguiente paso fue determinar si existía vinculación entre la víctima y sus raptores. Varios indicios hicieron pensar a los investigadores que podrían estar relacionados directa o indirectamente con las actividades profesionales de su padre, más concretamente con la empresa en la que trabajaba como directivo. Posiblemente se trataba de un antiguo empleado que había sido despedido.

Entrega controlada del dinero

Una vez que los investigadores tuvieron datos suficientes de los presuntos autores y sobre la zona en la que pudiera encontrarse la secuestrada, se estableció un dispositivo para liberar a la joven. Tras acordarse la entrega del rescate con los secuestradores, se puso en marcha un operativo que resultó extremadamente complicado por los continuos cambios del punto de entrega realizados por los raptores. Finalmente el dinero fue depositado entre los arbustos de una rotonda en un polígono industrial.  A continuación se acercó una persona a recogerlo y fue inmediatamente detenido por agentes del GEO. Paralelamente el resto del operativo controlaba la zona donde se encontraba la víctima.

En libertad

Como consecuencia de la presión policial a la que estaba siendo sometido el otro secuestrador, responsble de vigilar el lugar del cautiverio de la víctima, la liberó y trató de escapar. Intentó además deshacerse de los efectos que pudieran incriminarle pero no pudo hacerlo al resutar inmediatamente detenido.

Los secuestradores, dos hermanos con experiencia militar

Tras las detenciones los agentes comprobaron que los dos secuestradores eran hermanos. Uno llevaba tan sólo dos meses en libertad tras haber cumplido condena por el homicidio doloso de su mujer, con antecedentes también por violencia de género y robo con violencia. El otro era un antiguo trabajador de la empresa en la que también trabajaba ocupando un cargo directivo el padre de la víctima. Se encontraba actualmente en paro y tenía importantes cargas económicas.

Ambos habían utilizado los conocimientos adquiridos en su paso por el ejército –uno había sido legionario y el otro  había pertenecido al Cuerpo de Operaciones Especiales– para preparar el secuestro y la logística que el mismo conllevaba. Por este motivo, habían elegido para encerrar a su víctima un nicho de unos cuatro metros cuadrados escavado en la ladera de una montaña. El agujero se encontraba tapado con vegetación de la zona, resultando muy dificil su localización. Al mismo tiempo al estar ubicado en una zona elevada tenía una perfecta visibilidad del entorno.

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