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'Carpe diem', que viene el otoño

martes 04 de agosto de 2009, 14:04h
Lejos de mi ánimo amargarle a usted las vacaciones, o al menos el relajo relativo que siempre trae aparejado el mes de agosto. Más lejos aún cualquier intención de inquietarle a usted, como hacen algunos a los que todo les parece mal, diciéndole que las cifras del paro, tan mejoradas, son meramente coyunturales. Quienes me conocen saben que huyo del catastrofismo y me instalo en un cierto optimismo tenue, que, la verdad, tampoco es el antropológico sin fisuras del presidente del Gobierno.

Pero, al final, un pesimista es, como dicen los agoreros, un optimista bien informado. No, no hay que instalarse en el pesimismo, de acuerdo; pero los bien informados, entre los que presumo que se encuentra el ministro de Trabajo, señor Corbacho, dicen que no hay que echar las campanas al vuelo ante las relativamente buenas cifras del paro que hemos conocido este martes; en otoño, cuando la hostelería esté en baja y el turismo playero nos haya abandonado, los datos serán peores.

¿Cuánto de peores? Ya se sabe que en eso discrepan incluso las fuentes oficiales, así que yo, que ni siquiera soy uno de esos especialistas que un día dicen blanco y mañana lo ven todo negro, prefiero no meterme en ese berenjenal. Solamente diré que me temo que Corbacho, que también se resiste al triunfalismo zapateriano, tiene razón: el otoño va a venir no caliente, sino abrasador, y no me refiero, por supuesto, al terreno sindical, sino a casi todos los terrenos.

Yo, por si acaso, y dentro de mis posibilidades, voy a procurar disfrutar al máximo este verano, siguiendo el consejo del ‘carpe diem’, porque en mi agenda de trabajo hay ya muchos nubarrones por venir:

-El ya citado de las próximas cifras del paro. Y otras cifras macroeconómicas poco alentadoras.
-El temor a los zarpazos -yo creo que los penúltimos zarpazos, ya he dicho que soy optimista en el fondo- de ETA.
-La oleada de casos de gripe A.
-La polémica sobre la ¿inminente? sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut.
-Los coletazos del ‘caso Gürtel’: en septiembre empieza el baile de veras, una vez superada la ‘anécdota Camps’.
-La decisión de hacer o no hacer de Madrid sede olímpica en 2016 (yo tengo mi apuesta, pero ya he dicho que no quiero parecer agorero)
-La presumiblemente larguísima precampaña electoral catalana.
-La presumiblemente mucho más larguísima precampaña electoral municipal y autonómica (aquí siempre estamos en precampaña, ya se sabe)
-El debate sobre si los jueces harán o no huelga (en esto, ya ve usted, sí me declaro optimista: no habrá huelga)
-Las inevitables meteduras de pata de ya-se-sabe-qué-ministro/a
-Las inevitables sandeces de ya-se-sabe-qué-miembro-relevante-de-la-oposición

Hay muchos más ejemplos, pero el espacio para este artículo es limitado. Y ya me estoy angustiando excesivamente apenas con la enumeración que antecede. Perdonen, me bajo un rato a la playa, por muy abarrotada que esté. Carpe diem, ya digo.
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