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Eso de entrevistar a desconocidos…

Eso de entrevistar a desconocidos…

lunes 05 de octubre de 2009, 17:13h

Licenciado Rosero, ¿sabe usted quién es Miguel Ángel Bastenier?

Le hago esta pregunta porque esta mañana sentí una profunda frustración como oyente de su tan sintonizado programa de entrevistas en Radio Democracia.

Escuché que había invitado a Miguel Ángel Bastenier y pensé, por un momento al menos, que disfrutaría de una intensa, profunda, pedagógica, interesantísima y apasionante conversación con uno de los grandes maestros del periodismo, una de las grandes plumas de Europa, una de las estrellas de diario El País, uno de los profesores más trascendentes de la Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano en Cartagena, uno de los asesores más connotados de decenas de grandes periódicos en América Latina.

Pero nada de eso le preguntó usted. Casi le averiguó, al aire, qué ha escrito, dónde trabaja, a qué se dedica, quién mismo es…

No lo digo de manera literal, pero así fue el nivel del breve interrogatorio. Lo fácil fue, por supuesto, preguntarle qué opina de la Ley de Comunicación, un tema que diario HOY tocó ayer jueves en una amplia entrevista con el mismo personaje y en cuyo recorte usted se inspiró.

El penoso paso de los minutos se volvió patético cuando usted decidió abandonar el micrófono y dar la bienvenida al doctor Farith Simon, quien, evidentemente, iba como miembro de uno de los grupos de tertulia que suele armar usted.

Farith Simon -”qué duda cabe”, como diría Bastenier- no tenía idea quién era el entrevistado y no se le ocurrió mejor cosa que salir con la muletilla de que “los medios ecuatorianos han reemplazado a los partidos políticos ante la ausencia de oposición”, muletilla que Bastenier ha venido escuchando de todos sus interrogadores desde que llegó a Quito el martes y la cual rechaza por generalizadora, subjetiva y sesgada.

Por si no lo sabían usted y su contertulio, a Bastenier le podían preguntar, por ejemplo, por qué una de las estrellas de El País, Maité Rico, ha manejado de manera tan ligera, uribista y sesgada el tema de las FARC y el gobierno ecuatoriano. Y él le habría dado la razón a usted (y/o a su contertulio).

O podía preguntar cómo salir del círculo vicioso de la declaracionitis, o del periodismo monótono, o del periodismo ingenuo, o del periodismo de opiniones y todólogos, o del periodismo cómodo, o del periodismo incapaz de contar historias humanas.

O podía preguntar de qué se trata eso de “escribir periódicos”, como es el título del libro que anoche presentó en la librería Rayuela, de Quito.

O podía preguntar qué filosofía encierran aquellas dos máximas que Bastenier lleva por el mundo enseñando a sus alumnos: “Si tu madre te dice que te quiere, verifícalo” y “El periodismo no puede estar de lado ni de Hitler ni de la Virgen María”.

No puedo asegurar -porque sería injusto- que usted no conocía a Bastenier ni se había preparado lo suficiente para armar una conversación de altura, de calidad, que fue útil e ilustrativa para su público. Pero puedo decir, con certeza, que me equivoqué al crearme expectativa con usted.

Dos días atrás vi a Bastenier en Ecuavisa, pero la entrevistadora no dio la talla. Supuse, porque a veces quiero ser ingenuo, que pudo deberse al poco tiempo que imponen la tiranía del rating y el ritmo televisivo, pero no.

Escuchándolo a usted me ratifiqué en mi convicción de que a los periodistas ecuatorianos nos hace falta mucho camino por transitar (empezando por ser humildes, autocríticos y rigurosos) para conseguir un nivel que nos permita ganarnos el derecho, más allá de futuras leyes represivas, controladoras y estigmatizadoras, de que la gente pueda -y deba- llamarnos “periodistas”.

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