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Arturo Canalda - Defensor del Menor

"El acoso escolar no es un problema generalizado"

viernes 24 de noviembre de 2006, 14:11h
Hace apenas dos semanas que Arturo Canalda fue nombrado como nuevo Defensor del Menor y ya ha instalado las fotos de sus “traviesos” seis hijos en su nueva oficina. Su llegada “no significa una línea más dura” en la institución, como muchos han señalado, y promete que defenderá al menor siempre “pero sin primar los derechos de los delinquen a los que no cometan delitos”. En su primer análisis a los problemas actuales de los menores, asegura que los casos de acoso en las escuelas no es un problema generalizado, invita a acortar la brecha digital entre padres e hijos y reconoce su desconfianza a la posibilidad de legalizar a las bandas latinas. Al terminar su labor, le gustaría ser recordado como “alguien que hizo algo por los menores”. Tiempo tendrá para ello.
¿Cómo se definiría a sí mismo el nuevo Defensor del Menor?
Es difícil definirse uno mismo. Si tengo que destacar algo es que soy  una persona comprometida y trabajadora. Dedico muchas horas al trabajo.

¿Le entristece que en la elección del nuevo Defensor del Menor no haya habido más consenso?
No me entristece, lo tomo como una mera anécdota. Me hubiera entristecido más si la oposición no me hubiera votado directamente pero es que votó a un candidato (José Antonio Luengo)  que habían presentado ellos. Por tanto, no es un rechazo a mí sino que hubo un voto a otra persona que además está trabajando en esta casa. Es una anécdota fruto de la tensión política que se está viviendo en este momento. Dentro de unos años, cuando finalice mi labor en esta oficina, seguramente la oposición, igual que se hizo con Pedro Núñez Morgades, valorará positivamente el trabajo que hemos hecho todos los que aquí estamos. Al menos, esa es mi intención.

¿Cómo valora a su antecesor?
Muy bien, no lo puedo valorar de otra manera. Es una persona maravillosa, íntegra y que ha llevado a la institución, junto a Javier Urra, a unos niveles de conocimiento altísimo en el ámbito de Madrid y en todo el territorio nacional. El periodo de Morgades ha sido muy fructífero, se han hecho muchas cosas y lo que tenemos que hacer es seguir trabajando en esa línea con iniciativas nuevas.

¿Podría detallar a qué se refiere con esa ‘savia nueva’ de la que habló en su presentación?
Son ideas nuevas. Para estos años hemos fijado tres líneas de actuación muy importantes como son incidir mucho en el papel y responsabilidad que juegan las familias, junto a los profesores, en la educación de los niños. En ese sentido las administraciones y demás organismos deben recuperar ante todo el protagonismo que tienen los profesores. Asimismo, quiero trabajar en el ámbito familiar en lo que se refiere a las familias desestructuradas y las separadas y, por último, incidir mucho en el ocio de los menores, ver el tiempo que pasan delante de los ordenadores, en el televisor o por qué algunos están en la calle bebiendo, por lo que desde esta institución debemos promover alternativas de ocio. Esa es la savia nueva de la que hablamos.

¿Cómo se puede proteger a los menores en el uso de las tecnologías?
De muchas formas, sobre todo sabiendo qué es lo que están haciendo con ellas. Las nuevas tecnologías y la comunicación son ámbitos en los que tenemos que estar atentos. Hemos visto estos días delitos gravísimos como la distribución de imágenes de pornografía infantil o de niños pegando a otros niños. Es un tema muy delicado y tenemos que actuar sobre él en dos líneas principales. La primera, acortar esa brecha tecnológica que hay entre padres e hijos. Los padres tienen qué saber qué hacen los niños, qué tecnologías utilizan, cómo usan los ordenadores o qué páginas de Internet visitan. Eso requiere que los padres sepan de la materia, hay que explicarles las tendencias de los chicos hoy en día en el uso de esas tecnologías. También hay que trabajar con las compañías de software o de telecomunicaciones para crear herramientas que detecten las posibles agresiones que puedan producirse a los menores.

¿Es preocupante la situación en las escuelas?
Siempre que se produce una situación de acoso hay que preocuparse pero es cierto que estos hechos no son algo generalizado en todo el sistema educativo. Por su dureza, es verdad que generan gran alarma social. Esto está relacionado con lo que decía anteriormente. Tenemos que incidir mucho en la familia que tiene que aportar todos los valores intrínsicos de la persona. Tienen que transmitir a los niños la importancia del compromiso, la generosidad, el sacrificio, el compartir…. Pero es cierto que las familias ahora no están en las mejores condiciones. En muchos casos trabajan los dos padres y no pueden dedicar mucho tiempo a sus hijos delegando en el ámbito escolar esa educación. Por eso hay carencias que tenemos que solucionar desde las instituciones.

Ha relacionado la sobreprotección de los padres con casos de acoso, ¿podría especificar este asunto?
Hoy en día los padres, por el poco tiempo que pasan con lo hijos tienden a autojustificarse y a sobreproteger a los niños. A veces, cuando un niño llega al colegio y dice ‘Papá, el profesor me ha regañado’, tendemos a ponernos del lado de la visión del chico y no a analizar la situación. Está bien, porque los niños requieren una protección pero siempre con un razonamiento. Cuando el niño en clase se siente impune porque sus padres le defienden siempre de todo y el profesor no tiene la capacidad de explicar las cosas como él las plantea, ocurre lo que está ocurriendo: se producen casos de violencia escolar entre iguales y entre profesores y alumnos. El niño entre algodones, como decía Javier Urra, no se siente responsable de sus actos. No hay nada más bonito entre un padre y un profesor decir al niño lo que está bien y lo que está mal. Por eso hay que ser preactivos y trabajar con el profesor.

Con respecto a las bandas latinas, cree que pueden integrarse en Madrid en forma de asociación como defendía su antecesor
Una cosa es integrar a los jóvenes y otra integrar a las bandas. Creo que hay que ser riguroso con todo eso y actuar con mucha cautela. No vamos a hablar de criminalizar a nadie, ni mucho menos. Es verdad que desde esta oficina se ha impulsado buscar a una solución a este problema pero, a priori, esa solución no pasa por una legalización inmediata de esas bandas o transformarlas en asociaciones culturales. No sé cómo acabará la aventura iniciada en Cataluña pero a mí de momento me genera alguna desconfianza. Hay que ver qué han hecho los demás y actuar con prudencia. Pongo el ejemplo de un juicio reciente por el asesinato de una persona a manos de unos miembros de estas bandas. Testigos que pertenecen a esta banda llamados a declarar han cambiado radicalmente su testimonio por miedo lo que indica que  hay algo detrás de ellas. No son tan bondadosas ni benéficas como algunos dicen. El problema está en analizar por qué los chicos entran en estos grupos, habilitar los medios y alternativas a estas bandas, y para aquellos que quieran salir de ellas, hay que facilitarles los medios para que lo puedan hacer sin sentirse acosado. Son las líneas en las que hay que trabajar sin abandonar las iniciadas.

¿Promete una línea más dura en esta institución, por ejemplo al solicitar sanciones más represivas contra los menores delincuentes?
Es un tema que me preocupa mucho. En absoluto pretendo seguir una línea más dura. Pretendo ponderar bien cada problema. Al menor hay que defenderse siempre, con mayor intensidad posible. Cualquiera que sienta sus derechos menoscabados, estaremos ahí para defenderlos. Eso sí, hay menores y menores, unos normales que no delinquen y otros que sí lo hacen. No que no hay que hacer es primar el derecho del que delinque al derecho del que no, por mucho que sea Defensor del Menor. No puede ser que se vaya de un colegio el agredido y que se quede el agresor. Eso sí, aquellos que están  cometiendo delitos requieren una protección adicional y una reeducación y es ahí donde debemos actuar. En algunos delitos la Ley del Menor actual es muy suave y todas las fuerzas políticas sin excepción están trabajando ahora en actualizarla y todos han pedido un incremento de penas.

Apoya que al cumplir los 18 años un menor que esté en un proceso de reeducación vaya a la cárcel
Yo no tengo argumentos para discutir el posicionamiento de un juez a la hora de aplicar la Ley. Si determina que un chico de 18 años, pasado el periodo de internamiento, tiene que pasar por la cárcel por la gravedad del delito que ha cometido, yo no voy a ser el que le diga que no lo haga. Yo estaré para que la Ley se aplique adecuadamente y que ese chico no vea rebajado sus derechos.

¿Cuáles son los deberes de los menores?
Saber que tienen algún tipo de obligación por encima de todo. Por ejemplo, que tiene que ayudar en su casa, que tiene que formarse y acudir al colegio, que debe respetar a sus profesores, estudiar, ser generosos y comprometidos,  compartir… ser ciudadanos en definitiva. Hay que ayudarles para que tengan esos valores  pero no hacerles impunes en todos los casos por tener la condición de menor.

¿Cómo le gustaría ser recordado cuando deje este cargo dentro de unos años?
Como alguien que hizo algo por los menores y que aportó su granito de arena para erradicar problemas como la pornografía infantil o casos de pederastía en la Red y como alguien que aportó soluciones para minimizar los problemas en las aulas. A uno le gustaría que le recuerden por haber hecho algo. Siempre es fácil no hacer nada porque no te comprometes y ese no es mi caso.
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