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Mirando hacia el centro sin ira

martes 17 de abril de 2007, 11:24h
Andaban muchas gentes como perdidas, en busca del centro ansiado, quizá imposible. Pero ¿no dicen muchos que estamos ante una segunda transición? Pues entonces, ante la polarización de los unos, que andan con la revancha (perdón, memoria) histórica a vueltas, y de los otros, anclados en el mensaje en el que quieren involucrarlos ciertos talibanes mediáticos, hay gentes, ya decimos, que vagan por el desierto en busca del centro perdido. En busca del diálogo, la moderación, el debate sosegado y de un país en el que una parte de la clase política no ande llamando “mentirosa” a la otra. Un país que no se pelee por un  torero, por un poeta, por el color de una condecoración a una soldado muerta en acto de servicio. Eso, en el mejor de los casos.

Claro que quienes quisieran resucitar alguna operación de centro, que los hay, tienen que cuidarse muy mucho de los idus de marzo, de abril y de mayo. Ay de quienes, como una vez Zaplana, Bono y Gallardón, se reúnan para hablar, simplemente hablar, de este asunto de la moderación y las playas templadas: inmediatamente se les relacionó con ‘El Pocero’, se habló de sus respectivos divorcios, salieron a relucir 'corullas' y otros trapos sucios valencianos y manchegos. El alcalde de Madrid y candidato a lo mismo se apresuró a decir este martes, en uno de los desayunos de Europa Press, que él siempre ha estado en el centro, en su partido, el PP. Ojalá fuera este diagnóstico indiscutible. Pero resulta que no lo es, y que el centro, como la democracia, es siempre perfectible, se puede ir a más.

Así que hay gentes que miran en esa dirección, tan indefinida, que equidista, o lo pretende, de los maximalismos, que trata de acomodarse, es un decir, entre las tesis de la derecha más intransigente y las de la izquierda más tajante. Así, miran hacia los personajes arriba citados y hacia otros, como Josep Piqué, o el sevillano Manuel Pimentel, tan callado, tan editor y escritor últimamente. Hay que advertirlo: de momento, ni hay contactos formalizados ni me parece que nadie piense en la aparición de una nueva formación política a corto plazo. Pero no quedará otro remedio pronto que plantearse si así, en la pugna de las dos españas, se puede seguir mucho más tiempo.

¿Hay espacio para el centro? Sí, pero quizá no para otro desastre como aquella ‘Operación Reformista’ que fue una buena idea, pero que no cuajó porque en Zamora, Vigo, Huelva o Cantabria no quieren un catalán en la presidencia del Gobierno. Así, sin más. Absurdo, pero así son las cosas desde, al menos, los planteamientos de Cambó.

Tal vez por ello, Josep Antoni Duran i Lleida, el jefe del grupo parlamentario catalán en el Congreso de los Diputados, el presidente de Unió Democrática de Catalunya, el catalán que navega cerca de la escollera, entre los mares nacionalista y español, anda con mucho cuidado haciendo saber a unos y otros que él, al lanzar su libro ‘Entre una España y la otra’, tan comentado estos días por quienes aspiran los perfumes de una tercera España posible, no pretende tocar la trompeta para lanzarse a un nuevo PRD. Un desastre aquel Partido reformista Democrático,  encabezado por Miquel Roca y del que solamente salió bien librado, recuerden, Florentino Pérez, entonces 'segundón' de la política, hoy primera fila entre los ricos de los ricos.

Pero contactos, haberlos haylos. No cuajarán ya en esta legislatura que empieza a despedirse, entre aromas efímeros. Pero, si las dos principales fuerzas políticas nacionales no empiezan (y, además, de común acuerdo: hay consensos imprescindibles) ya a acercarse para ocupar ese terreno, alguien lo ocupará por imperativo de las leyes de la física. Y ya digo: más pronto que tarde.
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