Vísperas catalanas

   La tarea del castor construyendo la presa con la que detener el curso del río es la que lleva a los políticos a presentar recursos ante el Tribunal Constitucional como último esfuerzo para detener o desviar la corriente. Está en la ley y, por lo tanto, es legítimo pero dada la lentitud con la que sentencia el TC las turbulencias que genera en la vida política son grandes. Lo estamos viendo en el caso del recurso contra el Estatut presentando hace meses por el PP y que  ahora vuelve a calentar el debate político en Cataluña.

   Montilla dijo la semana pasada que los catalanes responderían con una única voz ante un eventual fallo contra el Estatuto y Durán Lleida, de CiU, añade que habría que montar una mesa de partidos para contratacar la respuesta. No se espera la sentencia para antes de las municipales, pero a la manera del polen en primavera, por todas partes se escuchan voces que alertan sobre lo que podría pasar si el TC ampara al PP en la parte o en el todo del recurso presentado en su día por el diputado Federico Trillo. Montilla dijo que la Generalidad acataría pero añadió que los catalanes sabrían responder. La idea avanzada por Carod Rovira, Artur Mas y por el propio Montilla es que  si el TC tumba el Estatut lo que hay que cambiar es la Constitución, sugiere por dónde podrían ir las cosas, lo cual nos devuelve al origen del problema y a la frivolidad con la que fue negociada la reforma del Estatut por los aprendices del momento. Donde había un problema, ahora vamos tener dos.