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Salud Mental de niños y jóvenes

martes 17 de abril de 2007, 12:10h

Los adultos, aunque nos cueste aceptarlo porque tenemos idealizada en muchos casos la etapa infantil de nuestras vidas, debemos tomar conciencia de que los niños padecen enfermedades mentales y es lógico, puesto que tienen vida psíquica, por eso se deprimen, se angustian. Esa verdad etiológica, se incrementa, por la falta de escucha, muchos padres buscan un psicólogo como «padre sustitutorio».

La falta de con-tacto, de relación, de afecto es muchas veces la espoleta de serios problemas emocionales que florecen en la adolescencia. Asimismo y como asevera la American Psychiatric Association «el divorcio de los padres representa una experiencia altamente estresante para los hijos». Eso es así, si utilizamos a los niños como correa de transmisión de los conflictos de los mayores.

Tenemos enfermedades de «moda» y son graves, nos referimos por ejemplo a la anorexia, a esa muestra contumaz en los anuncios y pasarelas de modelos esqueléticos que conlleva que niñas de nueve años estén a régimen. Los intereses económicos (la publicidad que utiliza a los niños como objetos consumidores) pueden dañar el equilibrio emocional de los pequeños.

Hay otros factores desencadenantes de estos trastornos, son las malas relaciones con los compañeros y las malas calificaciones escolares. Piénsese que además hay niños que viven con enfermos mentales, con alcohólicos y drogadictos. Los hay que tienen que tomar todas las decisiones porque alrededor no hay referencias, ni ambiente estructurado.

Muchos problemas conductuales, de tiranía, de comunicación, son las más de las veces producto de factores sociofamiliares. Y no olvidemos que hay niños y no tan niños que se adscriben a situaciones autodestructivas, o conductas de riesgo, que se muestran dependientes del alcohol, de otras drogas, o del juego, que buscan la penosa gratificación de la violencia. Hay niños que son diana de malos tratos, explotaciones, abuso. Son el reflejo de la impotencia de adultos, de proyecciones de quien fracasó en la infancia, de exigencias para mostrar «esponjas de conocimiento». Algunos sufren trastornos del sueño, bulimia... No enterremos una realidad, el suicidio adolescente.

Es de destacar que en la mayoría de las ocasiones la terapia a aplicar a los niños y jóvenes afectados pasa por una actuación con el núcleo familiar, lo que no contradice el tratamiento individual. Esta sociedad en vez de instalarse en el tiempo desapacible, debe fomentar las vacunas psicológicas, debe ayudar a pensar en positivo como antídoto de la depresión, los niños requieren salud mental. Y digámoslo sin ambages los programas de salud mental para niños y jóvenes están de manera genérica escasamente desarrollados en las distintas Comunidades Autónomas.

Dichos programas se han iniciado desde una perspectiva limitada y ambulatoria, implementando pocos recursos específicos necesarios que incluyen centros de día, y unidades hospitalarias para su tratamiento residencial. Es imprescindible establecer una red asistencial específica, que permita una detección precoz y una intervención efectiva basada en la coordinación entre servicios sanitarios, sociales y educativos.

Javier Urra
Psicólogo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Patrono de UNICEF.

 

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