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Descendiente de Pablo Escobar apuesta por la reconciliación de Colombia

Descendiente de Pablo Escobar apuesta por la reconciliación de Colombia

viernes 13 de noviembre de 2009, 10:55h
Juan Pablo Escobar, hijo del extinto narcotraficante, Pablo Escobar, ha roto el silencio mantenido durante años sobre su familia y asegura, que no ha perdido el miedo y apuesta por la reconciliación en Colombia.

 

La vida de Escobar, exiliado en Argentina, donde vive bajo la identidad de Sebastián Marroquín y trabaja como arquitecto, aparece reflejada en el documental "Secretos de mi padre", dirigido por Nicolás Entel, que se presentó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

Tras 14 años de exilio en Argentina, Escobar reconoce que lamenta no haber podido disfrutar de su infancia pero no reniega de su padre. "Yo no he perdido el miedo. Lo que sí he hecho es el ejercicio que no me paralice el miedo, es avanzar a pesar del miedo. El miedo no se pierde. Nunca le han puesto pantalones al miedo", admite.

Escobar, quien en el documental explica que a los siete años tenía que vivir como si fuera un delincuente, con altas vallas que rodeaban su casa, acepta el peso del pasado familiar. "A mí me tocó esta historia, me tocó este padre, como a ti te tocó el tuyo, ninguno de los dos lo elegimos. Yo lo que estoy haciendo es lo mejor que puedo con todo este legado que me quedó de toda esa historia, nada más", apunta.

Su niñez y su adolescencia "fueron interrumpidas por la violencia de manera permanente". "Estuve obligado a convertirme en adulto para sobrevivir", recuerda Escobar, quien se decidió a participar en el documental sobre su vida por la "prudencia" demostrada por Nicolás Entel tras haber rechazado propuestas similares en el pasado.

"Para todo hay un tiempo. Pudo haber una reflexión importante en todos estos años de exilio para exteriorizar todo aquello que sentía. Pude tomar un poco de distancia del país y entender también la posibilidad de separar esta historia, que a la vez es íntima y familiar, pero por otro lado también es pública", explica.

La cinta reúne al hijo del jefe del Cartel de Medellín, abatido en 1993, con los hijos de dos de sus víctimas, el candidato presidencial Luis Carlos Galán y el ministro de Justicia del gobierno de Belisario Betancur, Rodrigo Lara.

A juicio de Escobar, el ejemplo de las tres familias puede servir para ilustrar el proceso de "búsqueda de la paz y el perdón" y de la reconciliación en Colombia. "Definitivamente creo que este ejemplo puede llegar a servir, si es tomado para bien de Colombia y de la sociedad, como para que se inspiren los demás y se declaren no aptos para la violencia", opinó Escobar, de 32 años.

No obstante, admite que el proceso puede ser largo y requiere "antes que un cambio político o social, un cambio en el interior de cada colombiano para que eso pueda suceder. Eso se da con el tiempo, pero también con la reflexión y la voluntad de dar un paso hacia la paz, y de abandonar hablar tanto de la paz, sino dar paso firmes para poder concretarla".

Por el momento, Escobar no se plantea la posibilidad de radicarse de nuevo en Colombia, adonde regresó de visita el pasado año por invitación de los senadores Manuel Galán y Rodrigo Lara.

"Creo que todos los colombianos que estamos hablando desde el exterior queremos recuperar simplemente el derecho a elegir volver", pero "por ahora mi vida está en la Argentina y no está en mi intención, más allá de que todos los exiliados por la violencia podamos recuperar ese derecho a elegir volver, que es diferente".

Mucho tiempo ha transcurrido desde que el entonces adolescente Juan Pablo Escobar amenazara con una venganza de sangre a los asesinos de su padre, abatido a tiros en 1993.

Durante el rodaje del documental, Escobar, que emigró a Buenos Aires en 1995 por cuestiones de seguridad junto a su madre, Victoria Henao -quien ha adoptado el nombre de María Isabel Santos- y su hermana Manuela -ahora bajo la identidad de Juana- escribió una carta de perdón a las víctimas de su padre.

Ahora, Juan Pablo Escobar prefiere no hacer planes sobre el futuro que, dice, "siempre ha sido incierto" para su familia. "Estamos acostumbrados a que nuestra agenda no dure más de 24 horas".

 

 

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