Las reiteradas proclamas belicistas del coronel Hugo Chávez contra Colombia se apoyan ahora en las abultadas compras venezolanas de armamento a Rusia y los llamados a la militarización de la sociedad. Lo que podía ser otra muestra del histriónico exhibicionismo del mandatario venezolano que, en otras ocasiones, ha pasado ante su par colombiano Álvaro Uribe de las imprecaciones y ofensas a los palmoteos y abrazos, va configurando un peligrosa atmósfera que puede derivar en un conflicto mayor.
Para muchos analistas, los aires guerreristas del coronel Chávez tienen por objetivo distraer a la opinión interna por las repercusiones de la crisis internacional en la economía del país, los racionamientos de agua y de electricidad, la creciente inseguridad que azota a Venezuela.
Sin embargo, el convenio del Gobierno colombiano con los Estados Unidos que posibilita la operación de bases militares en territorio colombiano para combatir el narcotráfico y la guerrilla permite a Chávez proclamar que siente amenazada la seguridad de su país, levantar el fantasma de una supuesta invasión a Venezuela y reavivar una especie de anacrónica guerra fría con un Gobierno vecino en las antípodas del socialismo del siglo XXI.
Paradójicamente, los ataques de Chávez apuntalan en Colombia la popularidad de Uribe que, en el próximo año, podría presentarse a una tercera elección presidencial, siguiendo la ruta de prolongación en el poder del mismo líder venezolano.
De todo esto, no saldrá indemne el comercio bilateral, que superó en 2008 los $7 000 millones.
Pero, ¿qué confianza puede suscitar la voluble mentalidad de una personalidad capaz de reivindicar al sangriento dictador ugandés Idi Amín calificándolo como "un gran patriota, un nacionalista" y al asesino Ilich Ramírez Sánchez, conocido como "El Chacal", llamándole "luchador revolucionario"?
Si (
No(
