La premio Nobel de la Paz 2025, la venezolana María Corina Machado (58 años), ha tenido en vilo a medio mundo por ver si, finalmente, era capaz de superar la extrema vigilancia a la que está sometida la población de su país ante la amenaza estadounidense contra Nicolás Maduro y el Cártel de los Soles, o si la prudencia que exige la clandestinidad la mantendría dentro del país y que otra persona muy cercana (Ana Corina Sosa, la primogénita de María Corina Machado) acabase recogiendo en Oslo tan celebrada distinción en su nombre.
Con todo, lo importante era conocer quién estaba de su lado y quién no, independientemente de que acudiesen o no a la ceremonia de entrega en el ayuntamiento de la capital noruega. Entre los primeros –sin ánimo de ser exhaustivos–, además de los reyes de Noruega, estuvieron su compañero de lucha, Edmundo González, varios presidentes hispanoamericanos como el de Panamá, José Raúl Mulino, el de Argentina, Javier Milei, el de Paraguay, Santiago Peña y el de Ecuador, Daniel Noboa. También lo hicieron la congresista estadounidense María Elvira Salazar y la diputada por el Partido Popular Cayetana Álvarez de Toledo. Se echó de menos, sin embargo, la presencia de algún representante de la Zarzuela (el Rey, la Reina o la Princesa Leonor); algún representante del Gobierno español, desde Sánchez (cosa harto difícil porque el presidente ni siquiera ha felicitado a María Corina), alguna vicepresidenta o el pequeño Albares. Nada de nada. Lo importante era remarcar que el Ejecutivo español está más cerca del dictador Maduro que de Machado, la esperanza democrática de los venezolanos.
Más de ocho millones de venezolanos (la población total es de algo más de 30 millones) han tenido que emigrar de su patria huyendo, primero, de Chávez, y después de Maduro. El chavismo ha mostrado claramente su firme voluntad de no abandonar el poder, algo que se hizo aún más evidente hace algo más de un año cuando Machado pasó a la clandestinidad a principios de agosto de 2024, tras la tremenda represión desatada por el régimen tras conocerse el resultado de los comicios ganados con cerca del 70 por ciento de los votos emitidos por el candidato Edmundo González Urrutia, como la propia Machado demostró con la publicación de las actas electorales recogidas por todos los apoderados de Vente Venezuela. Nicolás Maduro, sin embargo, se negó a reconocer esos resultados que daban la victoria a la oposición e, ilegítimamente, se mantuvo en el poder.
Nadie debiera poner en duda el valor, el coraje y la fuerza de una mujer como María Corina Machado, que ha sufrido y sufre todo tipo de amenazas, persecuciones y desprecio por parte del Gobierno venezolano del dictador Maduro, aún a sabiendas de que la oposición obtuvo muchos más votos que el partido oficialista. Pero aquí ya se sabe que nadie va a renunciar al poder porque, muy probablemente, la alternativa era pagar ante la justicia por todos sus delitos cometidos a lo largo de todos estos años y, finalmente, la cárcel.
"El régimen se propuso dividirnos: por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida. Quisieron que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio…". Son palabras de María Corina que su hija leyó en su discurso de aceptación del premio Nobel de la Paz, un reconocimiento mundial no solo para la líder venezolana sino para todos los venezolanos que siguen y seguirán luchando para culminar esa transición ordenada hacia la democracia que Maduro les sigue negando.
Machado, en palabras del presidente del Comité noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, "recibe el Premio Nobel de la Paz de 2025 por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición pacífica y justa de la dictadura a la democracia...". Hay, no obstante, quien se niega a verlo.
Paralelamente, la combinación de las amenazas y las negociaciones de Donald Trump con Nicolás Maduro tienen en estado de alerta, no solo a los venezolanos de dentro y fuera del país, sino también a algunos países vecinos (Colombia sobre todo), para conocer cuál será el final de este pulso político, militar y diplomático que el presidente estadounidense ha puesto sobre el tablero para intentar acabar con el poder de Maduro en el más breve plazo de tiempo posible, aunque la de la invasión norteamericana de Venezuela –quede bien claro– es una iniciativa que nunca ha partido de María Corina Machado.
Por cierto, finalmente la líder de la oposición venezolana llegó a Oslo después de una aventura digna de Homero. ¡Viva Venezuela!, ¡viva la libertad!