Manifiesto contra la violencia de género

Para las mujeres de la República Argentina, el año 2009 será recordado, porque se aprobó la ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
Las leyes pos si mismas no cambian los valores, comportamientos y conductas, pero son un instrumento eficaz para modificarlas.

Esta norma permitirá evidenciar la discriminación que sufren las mujeres en diversos planos de la vida cotidiana, propone cambios en el sistema educativo, impulsando la mejora de contenidos en la capacitación a docentes, en las fuerzas de seguridad y en el ámbito de la salud. Por otra parte crea el Observatorio contra la Violencia, que será el mejor altavoz para conocer con cifras la realidad, implementando medidas que
tiendan a sensibilizar a la sociedad en los valores de igualdad y en la deslegitimación
de la violencia contra las mujeres.

Como ha ocurrido en otros países donde también se aplican leyes similares, este texto legal permitirá rechazar la violencia justificada en usos y costumbres ancestrales y amparada en la hipocresía del mal entendido respeto a la familia, pretendiendo con ello disfrazar la violencia presentándola como algo normal.

Este día no es para celebrar nada, sino para reivindicar un reconocimiento público a las mujeres y sus hijos, cuyos derechos han sido brutalmente pisoteados, burlados y despreciados. La violencia de género, la violencia machista, el maltrato es la peor expresión de la naturaleza humana y el desprecio ciego a la vida. Es un problema de primera magnitud que conmueve y afecta a todos, hombres y mujeres. Tenemos que aunar nuestros esfuerzos, empeño y voluntad para que quienes la sufren, las mujeres y sus hijos, recuperen su dignidad, su estabilidad emocional y sus derechos plenos de ciudadanía.

Queda mucho trabajo por hacer

Hoy reivindicamos la memoria de las víctimas, de tantas mujeres ausentes y de las supervivientes. La memoria es algo que no puede desaparecer, que no puede evadirse en el día a día de una sociedad que avanza hacia el futuro. Este debe ser construido y esa construcción será levantada sobre los pilares de los derechos humanos de las personas, hombres y mujeres. Estamos llamados a esta construcción donde la aportación de los jóvenes y las jóvenes es decisiva para que el pequeño espacio conquistado a la libertad sea un lugar en el que se encuentren la igualdad con la libertad y la justicia con la dignidad.

Un día, y no pasará mucho tiempo, la rebeldía silenciosa y firme de las víctimas se trasladará al conjunto de la sociedad. Se asumirá el dolor de una mujer maltratada como propio. Se entenderá la magnitud y el significado de su padecimiento.

La fuerza de la unidad ahuyentará el drama silenciado, oculto y desconocido que se vive en muchos hogares que para muchas mujeres y sus hijos es el lugar más peligroso del mundo.

Elvira Cortajarena
Delegada del Gobierno Vasco en Argentina