"No, no voy a ir... Tengo mucho trabajo aquí... Muchos viajes...", fue la respuesta de
Chávez, cuando se le preguntó sobre su asistencia a la ciudad lusa de Estoril, sede del encuentro, durante la rueda de prensa ofrecida después de su reunión con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina,
Mahmud Abás.
De nada sirvieron las palabras de las autoridades españolas y del propio Secretario General Iberoamericano,
Enrique Iglesias, quienes además de su
“disponibilidad” también ofrecieron la agenda de la Cumbre como espacio para mediar en la consecución de un alivio en las tensiones de los países vecinos.
Al parecer los esfuerzos realizados por terceros para apagar el incendio entre
Uribe y
Chávez, sólo han derivado en esfuerzos inútiles, pues el mandatario colombiano, alegando problemas de salud, no asistió a Manaos, Brasil, en donde se planeaba un encuentro entre los dos Jefes de Estado.
Por ahora sólo se conoce que el canciller de Venezuela,
Nicolás Maduro, será quien encabece la delegación del país vecino en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, España y Portugal.
Tal parece que
Chávez está dispuesto a cumplir su vieja amenaza de que mientras
Uribe sea el gobernante colombiano no normalizará las relaciones entre ambos países, situación que resulta preocupante si se tiene en cuenta la posibilidad de un tercer periodo presidencial del mandatario colombiano, y las intenciones de la Guardia venezolana de derrumbar seis puentes peatonales más que unen a las poblaciones fronterizas.
Además de
Chávez, tampoco asistirán a la Cumbre sus homólogos de Uruguay, y Bolivia,
Tabaré Vázquez y
Evo Morales, debido a que sus respectivos países actualmente se encuentran en procesos electorales.
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