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El oficio más antiguo del mundo

lunes 30 de noviembre de 2009, 04:43h

Dicen que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo. Según las épocas y las culturas, ha cambiado de estatuto y de forma, ha revestido aspectos religiosos, sagrados, respetables y también extremos de violencia y horror. Legal o ilegal, tolerada o perseguida, allí está y los cristianos no deberían olvidar que en la Edad Media, bajo la protección de la santa Magdalena, las prostitutas tenían sus cofradías, sus capillas y un estatuto oficial.
La pregunta es: ¿y ahora qué hacemos con la prostitución? Los partidos esquivan el debate sobre regular o prohibir el sexo de pago y el único consenso es que habría que proteger a estas mujeres de los aspectos más sórdidos del negocio y luchar contra “la trata”, que ha dejado de ser el triste privilegio de “las blancas”, contra el tráfico ilegal de mujeres secuestradas, chantajeadas, esclavizadas.

Hace poco un gran periódico nacional publicó fotos de sexo callejero en nuestras ciudades, una realidad incómoda pero demasiado real para ser olvidada. Recuerdo una película británica que dura tres horas, ficción muy seriamente documentada, Sex Traffic (de David Yates, 2004), que, al enseñar los mecanismos de la trata de mujeres de Europa central y oriental, nos hunde en el infierno. Amnistía Internacional publicó en 2004 un texto sobre “La protección de los derechos de las mujeres forzadas a la prostitución en Kosovo”. “Algunas personas, supuestamente encargadas de proteger a estas mujeres y jóvenes, aprovechan su función para explotarlas y no reciben ninguna sanción”. Alude a las fuerzas internacionales estacionadas en Kosovo.

La ONU deplora la ineficacia de la lucha contra la esclavitud sexual que victimiza a “millones de mujeres y niñas. Las redes se extienden por todo el planeta, lo que requiere una respuesta global frente a la ineficaz lucha actual” (Tráfico de personas. Modelos mundiales, informe publicado en 2006 por la Oficina sobre Droga y Delito de la ONU). Identifica 127 países de origen, 98 de tránsito y 137 de destino. Ninguna parte del mundo se salva, y nuestra América Latina y nuestro México figuran entre las regiones de origen, tránsito y destino.

Así que la prostitución contemporánea presenta dos problemas, dos retos mayúsculos que se antoja casi imposibles de resolver. El primero es el tráfico de mujeres, la lucha contra los proxenetas; el segundo es civilizar una actividad que no va a desaparecer porque existe una demanda muy grande, hasta creciente.

Por ejemplo, en Europa el cliente de la nueva prostitución es más joven y los hombres, cada día más jóvenes, buscan el sexo rápido de pago sin ninguna inhibición moral. Ha cambiado la percepción social de la prostitución y una encuesta española revela que 27% de los varones de 18 a 49 años dice tranquilamente haber pagado por sexo.

El año pasado la universidad de Columbia publicó el libro de Siddharth Kara Sex Trafficking, con el subtítulo “adentro del negocio de la esclavitud moderna”. El autor intenta entender cómo es que cada año entre 500 mil y 600 mil mujeres y niñas caen en la esclavitud sexual. Dio la vuelta al mundo, entrevistó un sinnúmero de víctimas y de agentes del tráfico, como este Salim de un pueblo de Bihar, en India, que compra niños a las familias pobres y manda a las niñas a los burdeles de Delhi y a los varones a trabajar en talleres de tejedores de tapetes; gana 110 dólares por niño y 175 por niña. MB, exitoso dueño de un burdel en Mumbai, le cuenta cómo compra mujeres en Nepal y Bangladesh y se queja del alza de precio de las adolescentes y de las mordidas que debe pagar a la policía…

Lydia Cacho maneja la misma información para nuestro país y sus relaciones con Estados Unidos y Centroamérica, y sabe demasiado que la red nacional e internacional funciona a base de una clientela extensa y de la complicidad de muchas autoridades. ¿Qué hacer?

No sé. En la moral del consentimiento que es la nuestra, ya no es posible condenar la prostitución en los términos de una simple restauración del orden que prevalecía antes de la revolución sexual. Pero ¿es la prostitución, en el mejor de los casos, legalizada y sin padrotes —algo totalmente utópico, como lo saben las prostitutas de los países que consideran su oficio como cualquier otro—, un modo de vida deseable?

Algunos dicen que puede ser y que uno tiene la propiedad de su cuerpo, que una prostituta (habría que hablar en masculino también) se gana la vida con su cuerpo, como un atleta o un futbolista; y que lo malo es la esclavitud, y no la venta de su cuerpo. Olvidan las condiciones sociales del ejercicio de esta profesión y, en el mejor de los casos, su costo sicológico.

Volveré sobre el tema.


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Profesor investigador del CIDE

Opinión extraída del Periódico El Universal 29/11/2009

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