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Los autos verdes y la política

Los autos verdes y la política

jueves 03 de diciembre de 2009, 07:05h

La Feria del automóvil de Frankfurt es la más importante del mundo, aunque los especialistas no dudaron en calificar, la realizada en setiembre de este año, como la más importante de la década. Era la primera que se realizaba después de la crisis mundial, y al recorrer sus instalaciones quedaba claro que la industria estaba saliendo de ella. Del pesimismo generalizado de fines del 2008 y la mayor parte del 2009, ahora, a fines del 2009, se había pasado a un optimismo sin atenuantes. Se podía sentir en el ambiente, que la industria automotriz mundial estaba preparándose para dar un gigantesco salto tecnológico. El clima de creatividad e innovación era dominante y contagiante.

¿Por qué ha sido tan especial la Feria de Frankfurt del 2009? La respuesta estaba a la vista: los autos verdes, es decir, los autos 100% eléctricos, y los híbridos (una mezcla de eléctricos con combustión interna). Ellos fueron presentados por todos los fabricantes participantes en la Feria, y subrayo la palabra todos. Los primeros que estaban listos para la venta eran el Volt de la General Motors (nada menos que de la “quebrada” GM!), y el Leaf de Nissan; los dos totalmente eléctricos. Sin mencionar toda la gama de híbridos, encabezados por el Prius de la Toyota, el líder indiscutible en este nuevo mercado, con el 70% de todos los híbridos fabricados en el mundo.

El híbrido más destacado de la feria fue el Vision de la BMW, con dos motores eléctricos y un turbodiesel de 1.5 litros; entre los tres desarrollan 356 HP, con los que podía alcanzar los 250 Km por hora. El diseño era sencillamente fabuloso y fue considerado el auto más bonito de la feria. Sus competidores alemanes no se quedaron atrás. Aunque con menor grado de desarrollo (están programados para dentro de varios años), la Mercedes presentó el deportivo SLS AMG 100% eléctrico, con cuatro motores eléctricos, uno en cada rueda; los que generaban un total de 525 HP, sin producir un solo gramo de CO2. Audi presentó el E-Tron, otro auto deportivo, también con cuatro motores eléctricos, con una potencia total de 313 HP; con una velocidad “limitada” de 200 Km/h, y una autonomía (antes de recargar las baterías) de 248 Km.

Otros autos eléctricos, menos espectaculares tecnológicamente, pero más cercanos a los bolsillos de las mayorías, fueron el Volkswagen E-Up de un solo motor eléctrico, con 82 HP, que alcanza una velocidad de 135 Km/h, y tiene una autonomía de 130 Km. Será producido en masa en los próximos tres años. Renault también presentó el Zoe, con un motor de 92 HP, una velocidad máxima de 140 Km/h y una autonomía de 160 Km.

¿Y donde entra la política en todo esto? Pues sucede que a mediados de los 90s la mayoría de fabricantes de automóviles comenzaron a experimentar y producir autos eléctricos e híbridos, en pequeñas cantidades, por razones de demanda, pero, en mucho, alentados por las políticas pro ambientales del presidente Bill Clinton y de su vicepresidente Al Gore. De hecho, la General Motors sacó el primer auto 100% eléctrico producido por un gran fabricante: el EV1 (Electric Vehicle One), en el año 1996. Al mismo tiempo, el Gobierno de California (antes del neandertal Schwarzenegger), influenciado por estos avances tecnológicos, decidió “obligar” a los fabricantes a producir autos con cero emisiones de CO2, si es que querían vender sus otros autos (contaminantes) en California. Al principio, los fabricantes aceptaron esta “tendencia”, que en ese momento parecía inevitable.

Sin embargo, en el año 2001 cambió la situación política en Estados Unidos; salió elegido George W. Bush, tejano e hijo de la industria del petróleo, anti ambientalista a rabiar. La mezcla de estos dos elementos: la llegada de Bush 2 a la casa Blanca y las nuevas regulaciones de carácter “obligatorio” que estaba sacando California, produjeron un cambio radical de actitud en los fabricantes de autos, que, en muy poco tiempo, descontinuaron la producción de sus autos eléctricos, y cerraron las plantas donde los fabricaban. Incluso llegaron a recuperar todos los EV1 producidos de sus dueños (como Tom Hanks y Mel Gibson) para chatarrearlos sin piedad. Una excelente película, Who killed the electric car?, de Chris Paine, da cuenta de esta fascinante historia.

El hecho es que, para el año 2006, no existía ningún auto eléctrico, de serie, circulando por las pistas de Estados Unidos. (Hay algunas excepciones, como el Think noruego, el Reva de la India, el Zenn canadiense, y el Tesla norteamericano; todos fabricados por pequeñas empresas). La General Motors justificó su decisión diciendo que no “había mercado”, que eran “muy caros de fabricar”, que la “contaminación de la centrales a carbón era mayor al ahorro de los autos”, aunque en el fondo querían volver, alentados por Bush, a sus autos petroleros. En esta orgía contaminante GM fabricó una versión para la calle del Hummer, el auto de guerra utilizado en Irak; el más tragón del planeta.

Los otros fabricantes siguieron el ejemplo de GM y descontinuaron sus autos eléctricos, con la notable excepción de Toyota, que optó por la tecnología de los híbridos; en poco tiempo se convirtió en el líder mundial de este mercado, con el innovador Prius. Los argumentos de los otros fabricantes para no fabricar autos eléctricos fueron parecidos a los de GM. Casi todos repetían las mismas letanías que no había mercado, que era muy caro; claro, era mucho más fácil y rentable quedarse con las tecnologías antiguas, y seguir contaminando el planeta, total, nadie les cobraba por esto. Incluso, la crisis financiera mundial del 2008 fue utilizado como argumento para no avanzar hacia estas nuevas tecnologías; se dijo: la gente no tiene dinero y no va a comprar autos, y no hay fondos para las grandes inversiones que se requieren.

¿Qué pasó, entonces, para que todos los fabricantes (vuelvo a subrayar todos), se pusieran a fabricar autos eléctricos y/o híbridos en tan sólo un año, y dejaran de lado todos los argumentos en contra de hacerlo? La respuesta es una palabra: Obama. El presidente Obama salió elegido con un claro mandato ambiental, propuso como política prioritaria el cambio de la matriz energética de USA, se convirtió en el dueño de GM, y lanzó una iniciativa mundial para detener el calentamiento global. Es decir, el principal mercado automotor del mundo, de lejos, al que acuden a vender sus autos todos los fabricantes del mundo, les mandó un mensaje muy claro: no más autos contaminantes.

Al día siguiente, todos ellos se olvidaron de sus argumentos en contra y se pusieron a fabricar autos eléctricos; tan rápido que ha sorprendido aún a los expertos de la Feria de Frankfurt. No será la planificación central soviética, no serán las órdenes que daba Stalin a sus comisarios en la industria, pero esta reacción tan rápida y masiva de la industria automotriz mundial tiene cierta semejanza. La lección es clara: cuando una autoridad política se conecta con el pueblo que lo eligió, gobierna en función a sus intereses y no se deja “influenciar” por los intereses particulares, produce cambios significativos, y algunos dirán, revolucionarios. Otra lección: a pesar de las vacilaciones, de los avances y retrocesos, el futuro es verde y ya está aquí.

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