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Separación de poderes

Separación de poderes

martes 15 de diciembre de 2009, 13:12h
   Mientras que el hombre, en general, le puso nombre a las cosas para identificarlas, en España le añadimos adjetivos a las cosas para enfrentarlas. Empiezo a sospechar que el motivo es cada vez lo de menos, lo importante es ahondar en la división. La ministra de Sanidad quiere liquidar el tabaco de los locales cerrados y enviar a los fumadores a los soportales igual que a leprosos. Si quiere hacer una acción ejemplar que prohíba el tabaco, y de paso le quitaría una buena fuente de ingresos a Hacienda.

   En Cataluña, después de votar por la independencia, ahora quieren votar contra los toros. David Pérez, diputado del PSC, se va a quedar sólo en la votación del Parlamento catalán, pero se la trae al pairo porque no le importa pasarse las críticas "de pitón a pitón". Primero separación de humos y luego separación en razón de la tauromaquia. Aquella democracia restaurada hace más de treinta años y que estaba llamada a unirnos por encima de las diferencias ha terminado acentuando lo que nos separa porque en el fondo nos aguantamos muy poco y muy mal. Podría darse el caso paradójico de que dos independentistas catalanes estuvieran juntos en la causa de los pequeños referéndum pero luego se dejarán de hablar porque uno fuma, y el otro no, y uno se extasía con José Tomás en la Monumental de Barcelona, y el otro no.

   La fallida Conferencia de Presidentes pone en papel oficial lo que es conocido en la calle: nos tenemos una manía horrible. Por eso la oposición no acepta las propuestas del Gobierno y a la inversa exactamente igual. Ya puede lanzar discursos beatíficos Bono cada vez que tiene un acto oficial hablando de la hermandad entre los pueblos de España pero en el fondo actuamos como vecinos mal avenidos de una casa de renta antigua, de esos que discuten porque hace ruido el cable del ascensor. Y de esa condición humana esta calidad política española de baja intensidad.

   Alfonso Guerra fue el que extendió el certificado de defunción de Montesquieu al afirmar que la división de poderes había muerto, pero dio paso a la división en genérico que es una materia trasversal de la sociedad española. Mientras se trate de fumadores o no, de taurinos o antitaurinos da igual, lo malo es cuando se vuelve en "apocalípticos o integrados" en materia económica porque ahí nos jugamos el futuro de la estabilidad.

   Todas las palabras españolas caben en un diccionario que pesa cinco kilos y que Víctor García de la Concha presentó la semana pasada. Tengamos en cuenta que no todas las palabras pesan igual, algunas son ligeras pero otras son de espoleta retardada. En España, da igual que sea sobre tabaco o sobre política, hace tiempo que sólo manejamos los adjetivos de más grueso calibre. En la calle, junto a los puestos de castañas, han puesto otros de ajos para los que pican y necesitan de ellos.
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