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Latinoamérica, una promesa de Obama aún por cumplir

martes 19 de enero de 2010, 01:00h

La política del presidente de EE.UU., Barack Obama, en Latinoamérica partió de su promesa de iniciar una nueva era y una alianza entre iguales con la región, un cambio que, pese a sus múltiples esfuerzos, sigue pendiente un año después.

Latinoamérica, al igual que el resto del mundo, aplaudió la llegada en enero a la Casa Blanca de Obama, porque creyó que el cambio en el tono y su política en la región sería visible y tangible inmediatamente.

La realidad fue otra y la esperanza dio paso a la decepción.
Las expectativas demasiado grandes de Latinoamérica eran imposibles o muy difíciles de satisfacer para un Obama inmerso en complicados desafíos en su propio país y en el exterior.

De hecho, como dijo recientemente a Efe Cynthia Arnson, directora del programa de América Latina del Centro Woodrow Wilson, la "decepción era inevitable", debido tanto a las exageradas expectaciones que tenía la región como a la pretensión de que se convertiera en una mayor prioridad para Estados Unidos.

Por su parte, Peter DeShazo, director del programa de las Américas del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) y ex subsecretario de Estado adjunto de EE.UU. para Latinoamérica, recordó que "Latinoamérica, aunque importante, nunca ha sido la mayor prioridad" de Washington.

Pese al "mal sabor de boca" que ha dejado el primer año de Obama en Latinoamérica, lo cierto es que el Gobierno se ha implicado en la región, aunque con un éxito discutible.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha quejado de que Obama se olvidó de la región; su colega venezolano, Hugo Chávez, opinó que su discurso conciliador había sido "puro cuento", y el líder boliviano, Evo Morales, dijo que era "peor que Bush".

Echando la vista atrás, el Gobierno de EE.UU. arrancó con fuerza en Latinoamérica, al menos durante la primera mitad de 2009.
Lo más destacado fue el compromiso asumido por Obama en abril en la V Cumbre de las Américas, cuando prometió iniciar una nueva era de relaciones con Latinoamérica y una alianza entre iguales.

Ese gesto fue precedido por su primera señal de cambio con el levantamiento de las restricciones a los viajes y los envíos de remesas de los cubano-estadounidenses hacia la isla.

Estas medidas, seguidas del apoyo de EE.UU. al levantamiento de la suspensión de Cuba en la Organización de Estados Americanos (OEA), fueron consideradas como un paso en la dirección adecuada.

Además, el Gobierno de Obama también ha estado presente en Latinoamérica con viajes a la región del propio presidente, del vicepresidente, Joe Biden, y de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, así como de otros miembros del Ejecutivo.

El cambio de tono que Obama prometió a Latinoamérica con su llegada a la Casa Blanca también fue evidente cuando asumió parte de la responsabilidad de EE.UU. como primer país consumidor de drogas cuando decidió reforzar la lucha contra el narcotráfico en México.

Pese a todo, la segunda mitad del año complicó a Obama las cosas en Latinoamérica, sobre todo, a partir del golpe de estado en Honduras en junio y el acuerdo de cooperación militar con Colombia.

El acuerdo con Bogotá fue recibido por varios líderes latinoamericanos, entre ellos Hugo Chávez, como una "amenaza" para la seguridad regional, mientras que el cambio de postura de EE.UU. en la crisis de Honduras, generó otra grieta en las relaciones y desató fuertes críticas a Obama.

Precisamente, la política inicial de EE.UU. en la crisis de Honduras fue el motivo esgrimido por un senador republicano para bloquear la confirmación del nuevo responsable del Departamento de Estado para Latinoamérica, Arturo Valenzuela, y, con ello, obstaculizar y "retrasar" la agenda de Obama en la región.

A partir de noviembre y con Valenzuela ya en el cargo, EE.UU. lanzó una ofensiva diplomática.

El secretario de Estado adjunto viajó inmediatamente a la región para "ver cómo podemos recomponer las relaciones", y Clinton dedicó su primera sesión sobre su diplomacia a Latinoamérica.

Los analistas se muestran convencidos de que en 2010, con Valenzuela a la cabeza, Estados Unidos "hará un gran esfuerzo para tener relaciones buenas y productivas" con Latinoamérica, según DeShazo.

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