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Colgadas de un bolso

Colgadas de un bolso

sábado 23 de enero de 2010, 19:25h

Del latín bursa, ahora que el latín está dejado de la mano de Dios, de la Virgen y del Espíritu Santo, el bolso es un valor que sube enteros a medida que se incrementa el gusto por lo bien hecho y se orilla la fugacidad de la temporada. Si además el precio no es desorbitado y sirve de excusa para regalar por San Valentín, uno de los muchos santos patronos del marketing, pues miel sobre hojuelas

Braccialini, que es una firma italiana de campanillas, ha lanzado un modelo de piel roja, con corazones estampados en líneas blancas para las que tenemos una edad burocrática, pero otra espiritual que es la que nos salva de los síndromes de inicio de década; y otro para las que tienen la juventud en la boca, en loneta de rayas, estampado con flores y corazones, realizado con botones, piel y telas de colores. Además, para rizar el rizo, si se es un admirador secreto, que vaya la gracia porque la interfecta nunca se entera o si se entera y le interesa se hace la desatenta del autor del generoso regalo, la firma ha ideado una cartera de mano de piel, con forma de carta, con lacre incluido. La destinataria se quedará boquiabierta y el admirador con la esperanza de que “lea” entre líneas su identidad. Todo de un romántico bastante temerario para tiempos de crisis

Tan antiguo como el mundo –en Roma, por ejemplo, en algunas representaciones aparecen personajes portando una bolsa-, su forma, su tamaño e incluso los años de uso, son indicios del carácter de su portadora tanto para psicólogos como para sociólogos. Con este complemento femenino pasa algo parecido como con los zapatos, a los que los estudiosos ven hasta connotaciones eróticas en el mero hecho de ser forofos del calzado.

 

Y mi bolso en bandolera…

 

Dicen que a una mujer se la conoce no sólo por la manera de llevar el bolso sino por la forma en que ordena su interior; por la cantidad de bártulos que transporta y por la prioridad que da a unos y a otros. “Su contenido -apunta Alison Lurie, profesora de lengua inglesa en la Universidad de Cornell, novelista y estudiosa de la moda- puede representar el contenido de la mente. Un cesto de paja con la parte superior a la intemperie, sugiere una personalidad abierta y confiada; alguien que es emocional y sexualmente más accesible. Puede tener muchos departamentos, indicio de una mente organizada o de una mujer que desempeña muchos papeles en la vida; o puede constar de un solo departamento en el que va todo revuelto. El bolso- continúa- puede ser extremadamente “femenino” (suave, floreado y de aspecto frágil) o puede parecer un maletín de hombre. La ejecutiva que lleva al mismo tiempo un bolso y un maletín parece tener dos identidades sexuales contradictorias; quizá por esta razón, los asesores de vestuario lo desaconsejan enérgicamente”.

Estos pormenores sociológicos no son motivo ni razón para que haya quien se quede “colgada” de un bolso con “historia”. A saber: El “Kelly” o el “Birkin”, de Hermés; el Amazona, de Loewe o el “2.55”, de Chanel. Pero sobre todo no es motivo para que dejemos de ser prácticas. El bolso tipo bandolera surgió en los años veinte e iba destinado a la mujer que se había incorporado al trabajo. Implicaba el dinamismo necesario para un momento en el que se requería tener las manos libres, en sentido real y ¿por qué no? figurado. Como buena defensora de la movilidad femenina, Coco Chanel fue una de las instigadoras de esta tendencia, que permitía, además, desplazarse con soltura en los saraos y picotear canapés variados, sin dejar de sostener la copa en la otra mano.

Al igual que otros complementos, los bolsos han estado influidos por movimientos artísticos como el cubismo, encabezado por Braque y Picasso. Sonia Delaunay y Jean Patou se inspiraron en ellos y crearon atrevidas formas e insólitos estampados. En la actualidad, los bolsos grandes priman sobre los diminutos, sobre todo en el esport. Los kits de supervivencia aumentan de tamaño a medida que se incrementa el tiempo que una mujer pasa fuera de casa. De esta manera, ¿cómo no vamos a estar colgadas de un bolso?

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