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El candidato

El candidato

lunes 25 de enero de 2010, 18:22h
Por mucho que se empeñe el círculo íntimo de los seguidores dependientes de su supervivencia en presentarlo como indiscutible, José Luis Rodríguez Zapatero es un candidato muy dudoso para las elecciones generales previstas para el 2012. No solo porque el propio interesado mantenga la incógnita sobre sus propósitos., sino porque es un hecho constatable que, en estos días, las siglas del PSOE tienen mejores expectativas por sí mismas que la apuesta personal por el actual presidente del Gobierno. Se puede contestar que lo mismo sucede con Rajoy al PP, ya que la marca Popular cotiza por encima del presunto candidato. Pero no es lo mismo. Rajoy no es responsable de la gestión de la crisis ni su día a día lo erosiona con la misma tozuda insistencia. 

La rigidez de nuestro sistema electoral y, aún más, la rutinas establecidas en su aplicación práctica, han mantenido el criterio de que para ser elegido Presidente, hay que encabezar la lista del Congreso por Madrid en las próximas elecciones y, aún mejor, ser ya diputado en la actual legislatura. Esto, aunque no pasa de ser mas que una costumbre, y no una ley, provoca esas hipótesis alternativas dentro del grupo socialista, tal y como está hoy configurado: Bono, Rubalcaba, Blanco, Chacón, etc. Para evitar estas peligrosas tentaciones, los más acérrimos zapateristas convierten en vicepresidentes de un gobierno reforzado a estos o parecidos elementos –Rubalcaba, Blanco- que creen suficientes para robustecer la candidatura de un Zapatero que, por sí mismo, ya no vende. Pero la historia no se escribe por la exclusiva opinión de círculos tan estrechos. La penosa segunda legislatura de Zapatero está dañando tan palpablemente a su futuro electoral que no resulta creíble que ni el partido ni el propio Zapatero quieran ir gustosos a una derrota anunciada en perjuicio del propio partido y la propia trayectoria, hasta ahora invicta, del actual presidente. Quedarse quietos para hacer el pasillo al campeón, no es un horizonte halagador para nadie y menos si es para hacerle el pasillo a un antiguo rival sin excesiva popularidad. Pero con la frustración del semestre europeísta que va arrojando más sombras que luces sobre el presidente de turno, es de prever que la segunda parte de la legislatura pueda presentar novedades. No digamos tras las elecciones municipales y autonómicas que irán marcando el camino antes del 2012. Y no digamos si la iniciativa se le deja a una oposición hoy aparentemente dormida en los mismos laureles pero que, a lo mejor, se despierta antes.
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