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El descaro de Cospedal

El descaro de Cospedal

martes 16 de febrero de 2010, 12:55h
Con esto de la crisis económica, o de las crisis de distinto signo que nos envuelven, se crea el ambiente favorable para demostrar la adaptabilidad de la especie humana a las circunstancias cambiantes, lo que le ha convertido en la reina de la creación. De tan manera que podemos observar en breves semanas cómo el presidente del Gobierno, que blasonaba de firmeza en el mantenimiento de sus políticas, asume que hay que restringir el gasto público, incluso el de inversiones, retocar al alza la fiscalidad y promover una reorganización del sistema de pensiones: gesto inteligente, al fin y al cabo, que le habrá supuesto un esfuerzo importante para olvidar la machacona ofensiva dialéctica del partido popular ofreciendo en abstracto sus remedios para remediar la situación, aunque sin concretar para no enseñar sus cartas.

Y como ocurre en situaciones semejantes, se ha vuelto a lanzar, incluso desde la Casa Real, la invitación a un gran pacto nacional en el que intervinieran los dos grandes partidos y también los demás para alcanzar unos cuantos puntos de acuerdo que sirvieran de línea conductora a la política del gobierno hasta que se remontara la crisis y se comenzara a generar empleo de modo sostenido.

Ha sido Durán y Lleida como portavoz de CIU una vez más quien ha mostrado su sentido de Estado y formalmente ha propuesto este pacto en el que los convergentes prestarían su experiencia y apoyo. Rodríguez Zapatero no ha aceptado explícitamente porque, además de dudar de la voluntad de otras fuerzas políticas y muy especialmente del partido popular, también sabe los problemas que se podrían ocasionar en Cataluña en un año electoral, lo que podría redundar en un mayor retroceso en las estimaciones de voto de los socialistas.

No le falta razón al presidente del Gobierno para dudar de las intenciones pactistas de los populares. Desde la cúpula del partido, Rajoy, Cospedal, Arenas y Montoro, han hecho declaraciones con el guión en la mano y los pronósticos electorales en el corazón: no hay más pacto que aquél por el que el Gobierno acepte en su integridad las recetas del partido popular y abandone algunas de sus propuestas. La Secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal ha ido más lejos en su rechazo al argumentar que aceptarlo sería como burlar la voluntad de los españoles, como antes alegara parecidas explicaciones al negarse al pacto de Castilla-La Mancha. Como ya ocurriera en 1995-96, parece que al partido popular no le interesa otra recuperación más que la del poder político.

Decir que esto es lamentable es poco decir. Aquella idea del bien común ha pasado a la fraseología política con menos enganche que la solidaridad o el reequilibrio territorial. Rodríguez Zapatero, una vez convencido de la errónea orientación pasada, ha tratado ahora de trazar unas medidas ortodoxas para la recuperación económica, y  lo conseguirá. A algunos les va a suponer un gran disgusto porque el presidente del gobierno, aparte de haber tenido grandes aciertos, ha abierto muchos frentes y tiene enemigos viscerales. Pero todo apunta a que así será: con pactos totales o parciales o incluso sin pactos. Gracias a Dios.


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