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Según un estudio realizado a más de 2.000 estudiantes de Educación Secundaria

Una de cada cinco jóvenes menores de 15 años usó alguna vez la píldora postcoital

Una de cada cinco jóvenes menores de 15 años usó alguna vez la píldora postcoital

martes 16 de marzo de 2010, 15:24h

Una de cada cinco jóvenes andaluzas menores de 15 años han usado alguna vez la píldora postcoital tras mantener conductas sexuales de riesgo, según se desprende de las conclusiones del estudio sobre 'Concurrencia de Comportamientos de Riesgo en Estudiantes de ESO en Andalucía' presentado hoy en Sevilla por el grupo Universitario de Investigación Social (GUIS) del Centro Universitario de Estudios Sociales de Jerez.

   Estas cifras son consecuencia directa de que uno de cada seis de los adolescentes de 14 años -o menos- que admiten haber tenido ya relaciones sexuales con penetración no usó ningún tipo de anticonceptivo para ello, lo que aumenta considerablemente el riesgo de embarazos no deseados y, por tanto, el uso de la píldora del día después.  

   Según explicó el director del citado grupo de investigación, el profesor José Rodríguez Carrión, las dos principales causas de que estos comportamientos sexuales se realicen a edades tan tempranas son, por un lado, "los programas y series de televisión donde los chavales ven como normales prácticas que no lo son en realidad", y por otro, el efecto que provoca en muchos jóvenes el conocido como "mecanismo de la prueba", basado en la pregunta de "¿tú todavía no has probado esto?" y con la que los adolescentes suelen retarse entre ellos.

   No obstante, este estudio, realizado a más de 2.000 estudiantes de Educación Secundaria en Andalucía a través de cuestionarios anónimos con más de 100 preguntas y casi 200 variables, desvela que existen notables diferencias entres los adolescentes denominados "precoces" -- que mantuvieron relaciones sexuales con penetración antes de los 14 años-- y los "tardíos", que son aquellos que tuvieron su primera relación completa a partir de los 15 años.

   Entre ellas, Rodríguez Carrión señaló las relacionadas con otros comportamientos como las conductas agresivas, los actos de vandalismo y el consumo de alcohol o drogas. Así, se demuestra que los menores "precoces" en sus relaciones sexuales son también los más agresivos (36,2 % frente al 23,6 % de los tardíos), los que más de acuerdo están con que "la violencia es a veces la única forma de resolver conflictos" (16,9 % frente a un 7,5%) y los que más fuman (51% frente a 42%) y consumen drogas (24% frente a un 18%).

MÁS PRECOCES, MÁS COMPORTAMIENTOS DE RIESGO

   Esta relación entre las variables, en palabras de Rodríguez Carrión, es lo que hace "único" a este estudio, ya que desvela, en líneas generales, que los jóvenes que tienen comportamientos de riesgo ligados a la sexualidad son también los que consumen más alcohol, más drogas y tabaco, pero también los que tienen un menor rendimiento académico, los que muestran una actitud negativa hacia la formación y los que menos satisfechos están con la etapa de la vida en la que se encuentran.

   Todas estas variables están también muy relacionadas con el nivel formativo y académico de los progenitores, siendo los hijos de los padres con estudios universitarios los que menos conductas de riesgo practican, y viceversa. Según Rodríguez Carrión, el que padres e hijos tengan una buena comunicación es un importante "factor de protección" frente a los malas conductas, por lo que abogó por favorecer y fomentar dicho hábito tanto en el ámbito familiar como en el escolar.

   "Está demostrado que en los niños que tienen buena comunicación con sus padres y los valoran, los comportamientos de riesgo son menores, y lo mismo ocurre con sus profesores, porque el niño que siente que el profesor le tiene en cuenta y que comprende bien los mensajes que éste le transmite, está en menos riesgo, y eso es lo que debería potenciar", recalcó.

"TRÍPODE INEXCUSABLE"

   En este sentido, el director del estudio afirmó que la "solución" a estos comportamientos pasa porque la comunidad educativa en su conjunto, es decir, familia, profesorado, medios de comunicación y sociedad en general, se implique en la formación en valores e incluya como "factor fundamental al líder de la pandilla del joven", formando así un "trípode inexcusable para evitar conductas de riesgo".

   "Trabajar de forma individual con un adolescente es tiempo perdido, porque ellos han traslado su prioridad de la familia a la pandilla, por lo que es necesario trabajar con el grupo en el que se mueve el joven y, sobre todo, con su líder", insistió. "Si nos ganamos al líder, tenemos la mitad del camino avanzado".

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