La nueva oleada de violencia se produjo cerca de las zonas tribales donde el ejército combate contra los talibanes aliados de la red Al Qaeda, considerados responsables de las explosiones y las operaciones comando que en los últimos dos años y medio costaron la vida a unas 3.200 personas en Pakistán.
En Timargarah, una localidad del distrito del Bajo Dir, en el valle del Swat, un kamikaze mató a por lo menos 41 personas e hirió a más de 80 al detonar sus explosivos frente al estrado de un mitin al aire libre del partido Awami, una formación laica que controla la Asamblea y el poder ejecutivo de la Provincia de la Frontera del Noroeste (NWPF), según el último balance policial.
Poco después, un comando fuertemente armado trató de tomar el consulado de Estados Unidos en Peshawar, pese a la fuerte custodia del edificio.
El ataque fue llevado a cabo por unos 15 hombres fuertemente armados dividos en dos grupos, uno formado por kamikazes que hicieron estallar explosivos en la entrada y el otro por individuos que "trataron de entrar en el edificio con granadas y armas de fuego", refirió la embajada estadounidense en Islamabad.
"La zona está cercada por el ejército. Los milicianos trataron de entrar al consulado estadounidense, pero no lo consiguieron", dijo por su lado a periodistas el ministro a cargo de la Provincia de la Frontera del Noroeste, Bashir Ahmed Bilur.