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Suicidio infanto-juvenil

viernes 04 de mayo de 2007, 11:15h

El suicidio infanto-juvenil transciende localizaciones geográficas o épocas históricas, el término muerte es moneda corriente en el discurso adolescente. Sin embargo, ni en el Infierno de Dante se incluye el suicidio de niños. Y es que el suicidio dentro de la etapa juvenil trastoca los conceptos sociales que asocian a los niños y jóvenes como «divino tesoro», «llenos de vida», o «tienen la vida por delante».

Lleva consigo una dimensión de violencia, para el propio joven (es la expresión extrema de la conducta autoagresiva) y para su entorno. La realidad, es que el suicidio constituye una de las primeras causas de muerte durante la adolescencia, en España el incremento en la banda de edad de catorce a dieciocho años, es del 300 por 100 y los intentos de suicidio se han disparado dramáticamente en los últimos años.El suicidio infanto-juvenil es un hecho individual, sumamente complejo, con etiologías psicológicas, emocionales, afectivas, evolutivas, conductuales y situacionales.

Bastantes niños y adolescentes después de un intento de suicidio nos han señalado que no sabían si realmente querían matarse o no, esto es propio de estas edades, más cuando los niños son culturizados en nuestro país y en otros muchos, en el concepto cristiano de que «no se muere», se abandona el cuerpo, pero para llegar a un mundo mejor e inacabable.

Hay niños que no son queridos por sus familias, que son rechazados, que aprenden a rechazarse a sí mismos, se inicia el primer paso de la autodestrucción, estos protoclimas familiares conllevan ocasionalmente en los niños a posicionamientos autísticos-de huida, y la muerte es el máximo aislamiento.  Las relaciones poco amistosas entre padres e hijos crean un terreno abonado para la germinación del acto suicida, actos que aparecen como comportamientos reactivos al conflicto interpersonal, envueltos en rachas huracanadas, de cólera y violencia. En bastantes casos, se puede considerar que el intento de suicidio del adolescente es una imposición paradójica en la que busca el cambio familiar, trágicamente amenazar con matarse puede convertirse en una última oportunidad para ser escuchados.

Hay otros factores de riesgo asociados al suicido como la pérdida de algún ser querido, los desengaños amorosos, el fracaso escolar (si bien no parece suficiente para que un niño quiera quitarse la vida va a depender de las características del niño, de la presión que ejerzan los padres o de la tiranía que impongan los compañeros), el consumo de drogas, problemas psicopatológicos (psicosis, depresión).

Otros tienen ideas suicidas porque ante ciertas situaciones no son capaces de elaborar actitudes alternativas ante la vida y la muerte, necesitan escapar de su escenario de vida, sienten que el problema está en él o incide específicamente sobre él, por lo que corta el problema de raíz eliminándose a sí mismo.

Genéricamente el suicidio infanto-juvenil, es un acto erróneo de autoafirmación, una búsqueda de comprensión. Las tentativas de suicidio son siempre una llamada de atención y una petición de ayuda, incluso las amenazas de suicidio deben ser consideradas como alarmantes y se debe acudir al psicoterapeuta. Siempre hay que ocuparse  de un niño o joven que verbaliza esos temas, que fantasea con la muerte como forma de resolver el problema.

La prevención de estas dramáticas conductas, pasa por la salud mental, fortaleciendo el bienestar psicológico de los niños, desarrollando sus competencias personales, de auto-estima/valía/eficacia, con capacidad para aceptar frustraciones y obtener equilibradamente y con calma lo mejor que este mundo puede ofrecer.


Javier Urra
Psicólogo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Patrono de UNICEF.

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