Argentina, Chile, México y Venezuela conmemoran este año el Bicentenario del surgimiento de las gestas emancipadoras y revolucionarias en el continente.
Vientos de transformación soplaban en aquella época, donde el 25 de Mayo no puede tomarse entonces, como un hecho aislado y descontextualizado de la realidad americana.
América Latina intenta nuevamente ser, ahora, protagonista de un nuevo proceso de cambio, donde sus pueblos debaten el futuro y el modelo de construcción democrática, de distribución de la riqueza y la participación social como elemento motivador, y no sólo, el abordaje de mil formas de resistencias y luchas, como ha sido en las últimas décadas.
Emergía, en aquel entonces, un nuevo escenario político y económico frente a la debilidad de imperio español; hoy esa dialéctica se repite con otros actores y clases sociales, con una institucionalidad diferente, pero con un repetido sistema de dominación.
La UNASUR es uno de los ejemplos más concretos de esta nueva realidad. El consenso político logrado, ha permitido discutir y comenzar a poner en práctica, desde un Banco de carácter regional, a un sistema de defensa que no incluya a los Estados Unidos; desde la capacidad para consolidar los procesos democráticos, hasta la decisión de desmontar conflictos bélicos entre naciones vecinas.
De allí la importancia estratégica de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia de dicho organismo. No se trata sólo de revalorizar lo conseguido, sino de profundizar los procesos de integración y desarrollo regional.
Tanto antes como hoy existen quienes, desde cada país, intentan sabotear estos esfuerzos; no es casual la posición de aquellos que plantean que estas acciones del gobierno de Cristina Kirchner son parte de los errores de nuestra política internacional. Son los mismos que en épocas pasadas aplicaron una politica de “relaciones carnales” que no sólo no trajo los beneficios económicos que prometieron sino que nos avergonzó como argentinos, empobreciéndonos y lastimando nuestra dignidad.
Pero, lo más destacable es que más allá de lo coyuntural, se está dando un momento histórico en donde se está contraponiendo el tipo de Estado dependiente que caracterizó, a lo largo de su historia a los países latinoamericanos, acentuado a partir de las dictaduras y las políticas de los años 90, frente a un nuevo Estado democrático basado en la soberanía, y que responda a los intereses populares.
Estamos inciertos en el mundo: participamos del G 20, entablamos relaciones comerciales, científico-técnicas, culturales y educativas con una innumerable cantidad de países, el Presidente ruso Dimitri Medvedev realizó una visita a nuestro país, inédita en la historia de las relaciones bilaterales con esa nación, y a pesar de los agoreros y alarmistas participamos de la Cumbre sobre la Seguridad Nuclear y nuestra presidenta fue recibida por su par norteamericano, Barak Obama. Los hechos, rotundamente, avalan el dato político que ellos expresan.
Reafirmando está línea que reconoce la mejor tradición de los padres fundadores de la patria. Cristina Kirchner llegó a Venezuela y fue invitada por el Parlamento de dicho país para ser la principal oradora en la conmemoración del Bicentenario.
La política exterior argentina sigue tranzando rumbos y compartiendo caminos de unidad y solidaridad entre las naciones hermanas.
San Martín estaría orgulloso del reconocimiento a nuestra presidenta por parte de la patria de Bolívar.
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