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Es la hora de raclamar

Es la hora de raclamar

jueves 22 de abril de 2010, 07:33h

Las compañías aéreas no han perdido ni un minuto y, aún antes de que se hayan abierto todos los aeropuertos europeos, ya han hecho una primera evaluación de sus cuantiosas perdidas.

   Tras el apoyo del comisario Almunia pocos dudan de que vayan a recibir ayudas públicas de los gobiernos de la UE para compensar el desastre provocado por el volcán. Sobre todo cuando esos ejecutivos tienen mala conciencia por su demora en la toma de decisiones y las dificultades, puestas en evidencia una vez más, para conjugar las de veintisiete Estados.

   Pero, ¿y los pasajeros? Ellos han sido los verdaderos paganos de lo que empezó siendo un fenómeno adverso de la naturaleza y se acabó convirtiendo en un caos organizativo. Ellos han sido, otra vez, los maltratados por las compañías aéreas que ahora reclaman compensaciones económicas y que han presionado a sus respectivos gobiernos para que abrieran los espacios aéreos, sabiendo que el problema de la concentración de ceniza no estaba por encima de los seis mil metros sino casi a nivel de pista. Que el peligro acechaba, por tanto, en los aeropuertos donde se llevan a cabo las maniobras más comprometidas como son el despegue y el aterrizaje.

   Las largas colas de pasajeros en Barajas o en el Prat no eran de ciudadanos empecinados en tomar un avión a toda costa, sino de viajeros en tránsito llegados a Madrid sin poder continuar su ruta y a los que ninguna compañía aérea se dignaba a explicar  que tenían derecho a disponer de hotel y manutención gratis.

   Ni siquiera en situaciones de emergencia, como la ocurrida estos días los mostradores de información de Barajas (casi siempre tan desiertos de personal) se han visto reforzados para atender la avalancha de desorientados usuarios que intentaban tan solo volver a casa. Así de sencillo. Para colmo las compañías de bajo coste decidieron, desde el primer momento, que los problemas y las inclemencias de sus pasajeros no les concernían y que la obligación de asilo y bocadillo no iba con ellos.

   Pues bien, dejemos las cosas claras: ha llegado la hora de reclamar. Las compañías tienen la obligación de devolver el precio del billete o darles uno nuevo, tienen que pagar los gastos de hotel y comida a los pasajeros en tránsito que se hayan quedado tirados en mitad de su ruta. Así que, antes de reclamar ayudas que se pagan con los impuestos de todos, que empiecen pagando lo que deben.

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