En España hay gente que lleva meses albergando un cambio de Gobierno que, de producirse, tocaría en 2012, pero algunos prefieren fomentar ya ese estado de opinión, empujados por el desánimo que producen los daños sociales de la crisis. Por momentos se pretende dar la impresión de que la derrota de la izquierda ya ha llegado, sin asumir que dos años en política son poco menos que una eternidad.
Esta corriente de opinión favorable a la derecha, especialmente visible en las.png)
tertulias de la televisión y de la radio, coincide en el tiempo con otra tendencia quizá más de fondo, claramente revisionista con respecto al Estado de las autonomías y que tiene su epicentro en Madrid. Por eso resulta tan oportuna la frase del vicepresidente Manuel Chaves cuando sostiene que la derecha olvida que la España de hoy es la que es gracias al Estado autonómico, cuyo mayor déficit se debe simplemente a que las comunidades controlan el gasto más importante, es decir, la sanidad y la educación.
Lejos de mirar a Europa y al mundo, como en sus momentos de mayor desarrollo --recordemos el despegue de los ochenta--, España corre el riesgo de ensimismarse e incluso de que afloren brotes de frentismo, a raíz de casos como el de Garzón. Las crisis suelen producir convulsiones sociales que derivan en movimientos políticos y, en consecuencia, habría que comprender que se dan condiciones objetivas para ciertos sobresaltos, pero aún así podría recordarse que España siempre salió de sus crisis cuando supo mirar al mundo. Nunca cuando se cerró en sí misma y se puso a pelear. Ciertos lenguajes que se empiezan a utilizar no parecen, en ese sentido, precisamente edificantes.
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