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El Supremo toma, al fin, una buena decisión

El Supremo toma, al fin, una buena decisión

domingo 06 de mayo de 2007, 15:21h
Doloroso, duro, parto final. El Supremo resolvió, tras larga deliberación –jamás se había dado el caso de todo un día y toda una noche debatiendo contra reloj antes de adoptar una resolución--, acerca del enorme embrollo que suponía aceptar o denegar las ‘listas de Batasuna’. La noche entre el sábado y el domingo fue una larga noche, en la que el Tribunal Supremo hubo de repasar miles de nombres, decenas de hipótesis. Al final, ya al filo de las siete de la mañana, la solución fue salomónica: Acción Nacionalista Vasca, un partido que se remonta a 1930, podrá presentar 123 listas en las elecciones del próximo día 27; es decir, que el Supremo ha decidido aceptar la impugnación de 133 listas del total de 256 de ANV. Las impugnadas son algunas más de las sugeridas por la Abogacía del Estado y también por la Fiscalía, aunque es de suponer que las listas de una y otra no coincidirían en su totalidad.

Por tanto, el alto Tribunal ha entendido que 133 listas elaboradas por el histórico partido vasco –en cuyos estatutos se repudia la violencia, al menos teóricamente—están ‘contaminadas’ por la presencia de aspirantes a candidatos ‘batasunos’ --¿militantes? ¿simpatizantes?—y otras 123, en cambio, carecían de tal contaminación. De manera que hay que respetar el derecho constitucional de esos ‘no contaminados’ a presentarse a los comicios.

Era la parte más polémica, la más difícil, de la decisión encomendada al Supremo acerca de la posible concurrencia de miembros de la ilegalizada coalición Batasuna a estas elecciones cuya campaña comienza ya oficialmente el sábado que viene. Porque los otros dos aspectos del veredicto inapelable del Tribunal estaban ya claros: la nueva marca inventada por los batasunos, ASB, no podrá concurrir de ninguna manera, por entenderse que era una pura continuación de Batasuna, declarada ilegal en virtud de la ley de partidos. Y las agrupaciones independientes sí podrán estar presentes, en su mayoría, aunque una de las ocho impugnadas también fue anulada por el Supremo, entendiendo que la infección de la presencia de candidatos batasunos le afectaba igualmente.

Es decir, que, tras la maratoniana sesión de los miembros de la Sala 61 del Supremo, el embrollo monumental en el que todos nos hallábamos metidos ha quedado resuelto: ignoramos, de momento, si Batasuna se siente representada en alguna de las 123 listas de ANV que podrán concurrir a las urnas, pero es de suponer que de alguna manera sí tengan sus miembros alguna presencia indirecta en el acto electoral dentro de esas candidaturas declaradas libres de ‘contaminación’.

Entiendo que la solución ha sido buena:  las formas de la ley han quedado salvadas, el Gobierno ha endosado a quien correspondía, el Supremo, la responsabilidad de decidir en esta complicada maraña legal, y la coalición que representa el brazo político de ETA queda oficialmente fuera de la carrera. Es de suponer que los algo más de cien mil votos que habitualmente respaldan la opción ‘abertzale’ acabarán yendo a parar, allá donde les sea posible, a las listas de ANV. Pero eso ni le puede bastar a Batasuna, ni será culpa del Gobierno, ni del Supremo, por mucho que ahora voces de la oposición critiquen al Ejecutivo por no haber propiciado la ilegalización de todas las listas de ANV. Y hasta lleguen a decir alguna que otra demasía, como que Zapatero “ha permitido que ETA se siente en las instituciones”. Textual.

Cierto es que desde el Gobierno de Zapatero se ha permitido un debate jurídico que ha derivado en un galimatías incomprensible para el ciudadano de a pie. Cierto que se ha dado la sensación de que la organización subterránea del entramado batasuno es potente, capaz de presentar hasta tres posibilidades, con decenas de miles de personas involucradas, para estar presentes en las elecciones y beneficiarse de los réditos económicos y estructurales de tener alcaldes, concejales y diputados provinciales.

Cierto es también que ha podido existir de nuevo un intento de fraude de ley –los abogados de Batasuna, con Iñigo Iruin al frente, saben encontrar los recovecos de la ley que les favorecen--, pero ha sido desmontado en buena parte por el Supremo insomne. De la misma manera que es cierto que esta solución de los magistrados es un revés para esa Batasuna que no ha sabido adaptarse, condenar la violencia, transformarse en un partido independentista, sí, pero dentro de los cauces legales y abominando del terror que implantó ETA hace ya cerca de cuatro décadas.

Una oportunidad perdida, sobre todo, para la propia Batasuna, que sigue en su aislamiento al margen del sistema. Una oportunidad perdida, sobre todo para ellos, de haber reanudado ese proceso de paz que está, suponemos, estancado, en espera de tiempos mejores. Veremos ahora cuáles son las reacciones de ese mundo marginal abertzale. Sea cual fuere, la culpa será exclusivamente suya, pase ahora lo que pase. Las instituciones, esta vez, han funcionado.
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