El ojo clínico de Zapatero

No se puede decir que nuestro presidente del Gobierno sea un lince, precisamente, para adivinar el futuro. Al menos, políticamente hablando. En las elecciones presidenciales estadounidenses apostó por Kerry, y ganó Bush. En las alemanas dijo que Merkel era una perdedora, y hoy es canciller. En Francia ha apoyado a Ségolène Royal, y ha ganado Sarkozy.

Con este curriculum, su ‘valido’ Miguel Sebastián puede ir haciéndose a la idea de que Gallardón repita como alcalde en Madrid. Y yo me preocuparía mucho si fuese un forofo del Barça. Recuerden que dijo que el club 'blaugrana' ganaría la liga cuando los 'culés' sacaban un montón de puntos al resto, y ya ven: ahora tienen al Madrid y al Sevilla pisándole los talones.

Zapatero nos auguró el mejor de los futuros con el fin del terrorismo menos de 24 horas antes de que ETA hiciera volar uno de los aparcamientos de la T-4 y se llevase dos vidas por delante. Lo cual da que pensar; se supone que, sobre este tema, y como presidente del Gobierno, debería ser el español mejor informado. No supo por dónde iban a venir, ejem, los tiros.

Pero lo peor de ZP no es que sea un pésimo ‘pitoniso’ (los hay muy famosos que aseguran que va a nacer cierto niño, y luego sale una niña). Lo peor de Zapatero es que, aunque intervenga en los mítines de Royal o apoye a Kerry como secretario general del PSOE, no puede olvidar su condición de presidente de Gobierno. Y su falta de prudencia (y de visión de futuro) nos indispone con los gobernantes de los más importantes países de nuestro entorno.