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Los votantes de Estados Unidos castigan a la clase dirigente de Washington

jueves 20 de mayo de 2010, 04:57h

Los partidos políticos de EE.UU. reflexionan este miércoles tras el batacazo que se dieron sus candidatos preferidos en las elecciones primarias del martes en algunos estados, en las que los votantes respaldaron rostros nuevos.

Los comicios eran vistos como un baremo de las actitudes de los estadounidenses de cara a los comicios legislativos de noviembre y la conclusión inicial es que toda conexión con Washington y el poder establecido es radiactiva.

Arlen Specter, un veterano de 30 años en el Senado que se cambió de partido recientemente y ahora estaba fuertemente respaldado por el presidente Barack Obama, perdió la primaria demócrata de Pensilvania frente al congresista Joe Sestak.

En Kentucky, Rand Paul, abanderado del movimiento conservador "Tea Party", derrotó con holgura a Trey Grayson, que contaba con el apoyo de todo el aparato político republicano.

Y en Arkansas, la senadora demócrata Blanche Lincoln, que también tenía la bendición de Obama, se verá obligada a presentarse a una peligrosa segunda ronda de votación en junio frente al vicegobernador Bill Halter, quien la pintó como una aliada de los bancos de Wall Street.

El mensaje de ruptura con Washington y el prometer una política nueva es uno de los temas recurrentes en el discurso electoral estadounidense desde la fundación de la república.

Sin embargo, en el actual ciclo electoral parece especialmente efectivo dado el alto desempleo y el déficit presupuestario récord.

"La gente está enfadada porque su vida no mejora y manifiestan ese enfado contra los políticos. No quieren que les digan a quién deben votar en su partido", dijo en un encuentro con periodistas David Lublin, profesor de ciencias políticas de American University.

Sestak logró canalizar ese descontento con el poder establecido en Washington pese a que él mismo es congresista, aunque mucho más novato que su rival.

Specter, de 80 años, cambió de partido el año pasado tras llegar a conclusión de que sus posiciones de centro le harían perder las primarias republicanas.

En su discurso de aceptación del resultado el martes, Sestak calificó su triunfo como "una victoria del pueblo, frente la clase dirigente, frente el status quo, incluso frente Washington".

Pero no son sólo los políticos demócratas que se presentan a la reelección los que están amenazados, según se puso de manifiesto en los comicios de Kentucky.

Paul, el ganador, dijo que el movimiento del Tea Party "es un mensaje para Washington de que no estamos felices y de que queremos que las cosas se hagan de manera diferente".

Grayson, su contrincante, disfrutaba del respaldo de Mitch McConnell, el líder republicano en el Senado y la figura central de su partido en Kentucky, así como del ex vicepresidente estadounidense Dick Cheney.

Al final perdió claramente ante el aire nuevo con el que se envolvió Paul.

El "Tea Party", un movimiento de conservadores de base opuestos al gasto público y a la reforma sanitaria, ha animado a los republicanos en el último año, pero al mismo tiempo ha inquietado a sus líderes.

"Les encantaría capturar la energía del movimiento, pero no están seguros de cómo controlarla", dijo Lublin.

La otra cita electoral más importante del martes, la de Arkansas, subraya la peligrosidad de los vínculos con el "establishment" político y económico.

Halter ha puesto en aprietos a Lincoln al pintarla como una aliada de los intereses empresariales, un mensaje que llevará hasta la segunda vuelta en junio.

La historia electoral de Estados Unidos indica que para los políticos que se presentan a la reelección ir a una segunda vuelta en las primarias es algo muy peligroso.

Además de las elecciones primarias, en Pensilvania tuvo lugar una votación especial para reemplazar al congresista demócrata John Murtha, que murió en febrero.

Se trata del único distrito del país que había votado a favor de los demócratas en las elecciones presidenciales de 2004 y que se pasó del lado de los republicanos en 2008.

Por ello, era considerado el tipo de escaño en una zona disputada que los republicanos deben ganar para recuperar la mayoría en el Congreso en las elecciones legislativas de noviembre.

En ese sentido, el resultado fue una llamada de atención para que no se duerman en los laureles, confiados en el hastío con los demócratas que ellos creen ver entre los votantes.

Ganó un ex asesor del demócrata Murtha, Mark Critz, quien derrotó al empresario republicano Tim Burns.

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