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China para los chinos

China para los chinos

martes 08 de mayo de 2007, 21:15h
...Y también para el mundo. Esta afirmación no tiene nada de antojadiza. El 60 por ciento de la economía china está en manos privadas, con participación de empresas multinacionales, y el porcentaje sigue subiendo al ritmo del crecimiento económico que alcanza al diez por ciento promedio anual en las últimas décadas.

Un economista local me comenta que el porcentaje puede llegar fácilmente al 15%, pero que el gobierno comunista se esmera en contener el entusiasmo para no “asustar” al otro mundo capitalista-capitalista.

Caminamos por la histórica calle Qianmen que se remonta a la Dinastía Yuan (1206 – 1368) y con orgullo destaca el ir y venir de sus compatriotas que compran con entusiasmo al igual que los turistas, especialmente europeos, que invaden Wanfuging, la calle más concurrida del centro de Beijing.

En un programa sobre China que hicimos para la Radio Cooperativa de Chile, el Embajador Fernando Reyes Matta, fue elocuente en graficar la impresión que recibe un latino como nosotros, en medio de tanto ajetreo y letreros inmensos, que no nos dicen nada. “Uno se siente analfabeto”, parado en medio del bullicio provocado por los bocinazos de cientos de miles de conductores que manejan pegados al claxon.

Los chinos tratan de desembarazarse de la pobreza, que en una nación de 1.300 millones de habitantes, pesa como una mochila con piedras. Y mucho han logrado en ese sentido. Los que antes andaban a pié, ahora tienen su bicicleta; los ciclistas se  hicieron de su moto; los que tenían moto se subieron al auto y que los hay por doquier.  Las marcas europeas, incluyendo el Mercedes Benz hasta las estadounidenses, se pueden ver por las calles de la Beijing o de la cosmopolita Shanghai. Los vehículos asiáticos caminan a la par con los del viejo mundo. Incluidos los chinos, por supuesto.
 
La primera ciudad que me recibió fue el puerto de Shanghai, una maravilla fluvial repleta de historia, pero con visión de futuro. Al recorrer en barco el Río Yangzé, es posible apreciar y fotografiar la explosión urbanística, difícil de encontrar en otra parte del planeta. Son más de cinco mil rascacielos que van al encuentro del sol, mientras 18 millones de almas pululan en la urbe más trascendente del continente asiático.
 
Como en cualquier rincón del planeta la gente de la ciudad es muy distinta a la del sector rural, pero en general los chinos son muy amables y cordiales. Saludan con la cabeza o hacen una reverencia y expresan una breve sonrisa que luce muy auténtica.

Ni hao ma (¿cómo estás?) es una forma verbal de saludar a otra persona. El chino tiende a ser formal en sus presentaciones y los guías turísticos, debido a la complejidad de la composición de los nombres, en contacto con hispanohablantes, adoptan nombres como Angélica, Pedro, Paco y otros por el estilo. La situación se torna extraña pero al mismo tiempo divertida.

Se comprenderá que en 10 millones de kilómetros cuadrados la diversidad cultural es enorme, en costumbres, comidas, historia y lengua, aunque la mayoría de los chinos habla mandarín.

El desarrollo espectacular de China tiene algunos inconvenientes que es necesario considerar, porque constituyen una amenaza para el propio gigante asiático. El año 2006 China consumió el quince por ciento de la energía de todo el planeta, pero su Producto Interno Bruto, PIB, llegó sólo al 5,5 por ciento, lo que revela un índice de eficiencia muy bajo. Además, las tres ciudades más contaminadas del mundo están en China.

El gigante asiático teme a estas alturas una explosión demográfica, ya que con más bienestar, las parejas se atreven a desafiar la norma de “un hijo por familia” y se permiten el lujo de pagar una multa por la “infracción”. En síntesis, la población sigue creciendo.

Tres “inconvenientes” a los que China tiene que enfrentarse.
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