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Solos ante el peligro

Solos ante el peligro

viernes 28 de mayo de 2010, 14:10h
Zapatero está en caída libre y a Rajoy le cuesta un mundo subir. El presidente carece ya de paracaídas alguno y parece que tampoco exista red alguna que le detenga antes del batacazo final. El líder de la oposición sube cada peldaño con una mano en la barandilla y la otra en el bastón y busca exhausto cada descansillo para pararse y tomar aire. Mientras, en la cúspide del poder parece que no hay nadie que impida que se muevan a sus anchas los mercados internacionales y todos esos sabios organismos –OCDE, FMI, Banco Europeo y más-  que nos inundan con sabias recetas para  salir de una crisis que fueron incapaces de ver venir y, mucho menos, de parar.

En la calle los líderes sindicales se ven obligados a rechazar unas medidas de recorte salvaje que ellos mismos saben que son inevitables. ¿O cómo le van a explicar a un parado que se tiene que aguantar el tiempo que haga falta sin un trabajo y con un subsidio, como mucho, al tiempo que defienden que funcionarios y pensionistas permanezcan  inmunes a cualquier crisis sin perder un solo euro? Cándido Méndez y Fernández Toxo empujan lo que pueden para que los tijeretazos del Gobierno hagan los menos girones posibles en el tejido social. Ese es su trabajo. Aunque ellos mismos saben que si empujan demasiado el edificio entero se puede desmoronar. Pese a ello, se ven presionados por sus bases a convocar una huelga general que va a resultar inevitable porque con estos empresarios no va a ser posible acordar una reforma laboral. Es cierto que muchas pymes y grandes empresas lo están pasando mal, muy mal. Pero Díaz-Ferrán y los grandes empresarios a los que él considera sus “iguales” no dicen ni una palabra sobre lo mucho que llenaron sus arcas durante tantos años de vacas gordas. Ahora lo único que  parece interesarles es que el Gobierno les haga el trabajo sucio, apruebe otro decretazo  y  les ponga más baratas las cotizaciones por los trabajadores que conserven en sus plantillas y el despido de los que les sobren. En esto sí serían los únicos en sacar alguna tajada de la crisis.

Entretanto, quienes tenemos la inmensa suerte de salir de casa todas las mañanas para ir a trabajar empezamos a asumir que con la que está cayendo lo revolucionario es sobrevivir. Después de tantas y solemnes promesas de unos y otros, antes y después de las elecciones; aburridos de soportar interminables discursos y broncas parlamentarias; a pesar de tan sabias y sesudas recetas de tanto experto y tan trascendentales organismos internacionales, usted, yo y el vecino de enfrente nos sentimos más solos que nunca ante el peligro. ¿Quién dijo aquello de  “esto-solo-lo-arreglamos-entre-todos”?

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