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Anarquía internacional – 1: el conflicto Israel-Palestina

Anarquía internacional – 1: el conflicto Israel-Palestina

martes 01 de junio de 2010, 04:59h
La escuela realista en las relaciones internacionales presenta al sistema internacional como una “estructura anárquica”, sobre todo por la ausencia de un gobierno mundial que pueda tomar decisiones vinculantes y homogéneas. Si bien estas consideraciones son insuficientes y debatibles, es fundamental repensar por qué en tiempos de globalización, una serie de conflictos duran tanto tiempo y son tan costosos en términos de sufrimiento humano.

Pocas circunstancias mueven las opiniones políticas con tanta vehemencia como el conflicto entre Israel y Palestina. No solamente la percepción de los actores políticos involucrados, sino al mismo tiempo, la naturaleza del conflicto hace que el conjunto de la comunidad internacional se vea profundamente vulnerable frente a la ausencia de soluciones inmediatas. Las discusiones rebasaron y superan constantemente cualquier enfoque diplomático para profundizar las negociaciones conducentes a una estrategia de pacificación.

Los intereses mezclan, de forma constante, aspectos culturales, religiosos, geo-estratégicos, político-diplomáticos, territoriales y económicos. Sin embargo, también hace mucho tiempo que dejaron de influir las variables humanitarias y el intento de considerar factores simples como el sufrimiento cotidiano en los campamentos de refugiados palestinos y el miedo a ser víctima de implacables ataques terroristas en Israel. Todos, por igual, están obsesionados por actitudes extremistas, tanto para enfrentar militarmente los conflictos, como para entregarse a fuerzas ciegas como la violencia latente y declarada.

La racionalidad parece no existir si se entiende a ésta como aquella conducta donde prevalece la Razón en la solución de cualquier problema, junto al logro de objetivos con el menor costo posible, tanto económico como humano. Al mismo tiempo, es posible pensar que la racionalidad se impuso de manera descarnada en el conflicto porque las élites políticas y militares de ambos bandos – palestinas e israelíes – utilizan de manera instrumental medios violentos para conseguir fines de carácter político que facilite el manejo del poder en sus esferas de influencia, antes que el hecho de imaginar un conjunto de soluciones duraderas donde emerja la posibilidad de ceder y perdonar, en beneficio de procesos de paz para la mayoría de las poblaciones civiles involucradas.

El conflicto Israel-Palestina debe ser entendido como la prolongación de la deshumanización en el terreno de los equilibrios de poder en las relaciones internacionales. Su larga duración representa el triunfo de la racionalidad instrumental que deshumaniza las negociaciones y fomenta las orientaciones afincadas en previsiones de poder, como posibilidades de adelantarse en cálculos políticos para derrotar a quienes se considera enemigos.

Este trabajo tiene el objetivo de brindar elementos de reflexión sobre el alcance y profundidad del conflicto israelí-palestino, así como vislumbrar algunas pautas de mediación a fin de intervenir en las negociaciones, considerando sobre todo valoraciones humanistas para encarar la protección de las poblaciones civiles en el momento de implementar algún tipo de acuerdo político y militar.

Es muy probable que los intereses conflictivos entre Israel y Palestina puedan ser susceptibles de exploración hasta las épocas bíblicas. Las diferentes historias contempladas en los libros considerados sagrados, son reivindicadas por varios líderes israelíes que defienden la idea de un territorio “prometido por Dios” para que el pueblo judío pueda establecerse de manera definitiva en lo que después es interpretado como un Estado independiente. Por otra parte, Palestina exige sus derechos a ser considerado un Estado soberano con autodeterminación territorial desde 1967, aunque posee explicaciones de carácter histórico que también se enmarcan dentro de reivindicaciones religiosas, junto a un destino de fe para identificarse con el mundo árabe-musulmán.

Las posiciones políticas de los actores en conflicto han llevado a Israel y Palestina hacia el combate, la demanda y negociación dentro del contexto internacional para conquistar absoluta soberanía territorial como estados autónomos desde 1947, cuando el 20 de noviembre de aquel año, las Naciones Unidas establecieron la “partición de Palestina” en dos Estados, uno árabe y otro judío, finalizando la colonización británica de aquel entonces.

El conflicto, en el fondo, tiene connotaciones bélicas desde la guerra árabe-israelí en 1948, introduciéndose además aspectos de neorrealismo en las relaciones diplomáticas de los Estados Unidos y los países árabes. En la época de la Guerra Fría, el duelo entre la democracia de las sociedades libres y el comunismo, se expandió también al Oriente Medio, aunque dentro de parámetros vinculados con los procesos de modernización nacionalistas y la revolución comunista. Las relaciones entre Palestina e Israel durante la Guerra Fría ingresaron en un proceso de “dejar las cosas tal como están”, mientras adquirían mayor complejidad la guerra del Vietnam y las nuevas formas de equilibrar las relaciones políticas con China, los movimientos revolucionarios en Cuba y las guerrillas liberacionistas en África.

Luego de la caída del Muro de Berlín y casi al finalizar la Guerra Fría a inicios de la década de los años noventa, los intereses políticos en el Medio Oriente se convirtieron en un aspecto de consolidación geopolítica para la hegemonía estadounidense que incorporó la protección israelí debido a la necesidad de poseer un país custodio (gatekeeper) dentro del mercado árabe del petróleo.

Por lo tanto, el recorrido histórico del conflicto Israel-Palestina podría resumirse identificando algunos hitos importantes a partir de la intervención de los organismos internacionales. Precisamente, desde el punto de vista de los regímenes internacionales, las Naciones Unidas han intentado mediar y sugerir propuestas de solución en el conflicto político-territorial, aprobando las siguientes resoluciones:

a)    Resolución 181 del 29 de noviembre de 1947 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que estableció la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, quedando Jerusalén bajo un control internacional. El problema histórico de inicio, descansó en la no especificación de un Estado claramente palestino, debido a que las fuerzas militares egipcias, sirias, jordanas, iraquíes y libanesas declararon la guerra a Israel en 1948, siendo posteriormente vencidas en 1950. En aquella época, el conflicto fue denominado árabe-israelí, quedando la problemática palestina opacada frente a la necesidad de reconstruir las relaciones diplomáticas entre Occidente, liderado por los Estados Unidos, y las naciones árabes que atravesaban por momentos de consolidación nacional como Estados libres en la segunda parte del siglo XX.
b)    Resolución 242, aprobada el 22 de noviembre de 1967 por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que ordenó la retirada israelí de los territorios recién ocupados de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, luego de la Guerra de los Seis Días. El documento también proclamó el derecho a la soberanía, con fronteras seguras para vivir en paz en todos los Estados ya constituidos en la región, excepto Palestina independiente.
Un problema preocupante y doloroso representó la situación de los refugiados palestinos que fueron colocados bajo la protección de las Naciones Unidas, porque hasta el momento no gozan de un estatus internacional con nacionalidad y derechos de ciudadanía plenamente reconocidos. En la medida en que son un conglomerado de personas en situación precaria y sin ciudadanía democrática con derechos mínimos, rápidamente se convirtieron en al caldo de cultivo para la radicalidad y el escenario de reclutamiento en milicias terroristas que dificultan permanentemente todo proceso de negociación.
c)    Resolución 338, aprobada el 22 de octubre de 1973 por el Consejo de Seguridad, mediante la cual se llamó a un alto al fuego inmediato en la guerra árabe-israelí de Yom Kippur, en la que Egipto y Siria atacaron las posiciones israelíes en el canal de Suez y los Altos del Golán. El documento exigió, asimismo, la aplicación inmediata de la resolución 242 y el inicio de conversaciones de paz.
d)    Resolución 1397, aprobada el 12 de marzo de 2002 por el Consejo de Seguridad un año y medio después del comienzo de la segunda Intifada palestina del año 2000, donde claramente se apoyó por primera vez la creación de un Estado palestino, el cual debería convivir junto al Estado israelí “con fronteras reconocidas y seguras”. En aquel momento se pidió el cese de la violencia y el restablecimiento de las negociaciones de paz, aunque sin éxitos apreciables.
Esta resolución ha sido contrarrestada por Israel con una política altamente cuestionable que estimula la protesta y reacciones violentas, promoviendo los asentamientos de colonias israelíes a lo largo de Cisjordania (West Bank) con infraestructura urbana bien equipada, invadiendo y destruyendo muchas veces, terrenos pertenecientes a habitantes palestinos. La política de asentamientos no se ha detenido hasta el día de hoy, razón por la cual genera permanentes enfrentamientos con víctimas civiles palestinas e israelíes, así como impulsa una militarización constante por parte de Israel en todas las zonas colonizadas.

En consecuencia, el centro de los intereses en conflicto, gira alrededor del concepto de “autonomía, soberanía y seguridad territorial” para dos tipos de Estado en el Medio Oriente. Tanto Palestina como Israel se encuentran sumidos en un conflicto armado de carácter étnico-territorial, el cual se expresa a diario en choques armados y demostraciones de violencia que reflejan prácticas de protección territorial mediante una drástica separación y segregación.

Las posiciones extremas manifestadas en este conflicto señalan que los sistemas internacionales tienen la siguiente tendencia: “el retorno de la barbarie en la modernidad”, incluso después de haber superado la tragedia del nazismo y el Holocausto. Las esperanzas de la humanidad se alejan de las expectativas optimistas y de las ilusiones expresadas por los humanistas.

Nítidamente, muchos conflictos parecen retroceder – sin desmedro de las innovaciones tecnológicas – porque el avance progresivo de los medios técnicos está acompañado por un proceso de deshumanización en las relaciones internacionales. El conflicto entre Israel y Palestina amenaza con aniquilar la idea del Hombre capaz de vivir en paz. Sus consecuencias pueden conducir a una victoriosa resurrección de las barbaries vinculadas al totalitarismo y a las formas de auto-destrucción junto a la globalización. El análisis de los conflictos internacionales debe tener la capacidad teórica de interpretar las profundas mutaciones que existen en la conciencia pública mundial, especialmente aquellos cambios que nos obligan a pensar en la naturaleza humana.

Franco Gamboa Rocabado, sociólogo político, miembro de Yale World Fellows Program, [email protected]
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