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Judit y el burka

Judit y el burka

viernes 04 de junio de 2010, 08:52h
Judit Alberich, senadora y alcaldesa socialista de loa localidad tarraconense de Cunit, ha sido una "adelantada" al tratar de que el debate sobre el burka trascienda al terreno municipal y su uso sea debatido en el Senado. La propuesta ha sido desautorizada por su propio partido, el PSC. José Montilla, presidente de la Generalitat, ha zanjado el asunto afirmando que no es un debate que esté en la calle. Resulta curioso que se esgrima este argumento cuando si algo ha venido presidiendo la política oficial catalana es precisamente la de plantear, cuando no alentar, debates que realmente no estaban en la calle.

   Judit Albedrich lanza esta propuesta llena, en mi opinión, de sentido común cuando ya el Ayuntamiento de Lleida ha prohibido el uso del burka en los espacios de titularidad municipal y, con toda seguridad, otros municipios catalanes ya han mostrado su voluntad de ir por los mismos derroteros. Es muy probable que en Las Ramblas de Barcelona el debate no esté en la calle, pero es seguro que en municipios catalanes en donde la población musulmana puede representar el 20 por ciento, las cosas se vean de otra manera bien distinta y es a esta realidad a la que los alcaldes tratan de dar respuesta, e incluso adelantarse a los acontecimientos, para que los acontecimientos no arrollen.

   El burka y el niqab no están previstos en el Corán. El primero, el burka, es un invento afgano y el segundo responde a una interpretación absurda y extremista del propio Corán, exportado de Arabia Saudí. En cualquier caso, ambos atuendos atentan de manera directa a la dignidad de la mujer, a su libertad, convirtiéndola en alguien invisible, desposeyéndola así de su derecho a la comunicación, a ser vista, a que los demás sepan que debajo de esas telas existe un ser humano, en este caso femenino, al que le asisten los mismos derechos que al hombre. Es en este terreno, en el terreno de los derechos y valores que definen el mundo occidental  -el más libre de todos- en el que hay que enmarcar la prohibición de estas prendas. Llevarlo al terreno de las creencias religiosas es adentrarse en un falso debate, en un camino sin salida y dar pábulo a la no revolución de buena parte de las mujeres musulmanas. ¿Las familias reales de Marruecos o de Jordania son infieles? Nadie se atrevería a cuestionar su fe religiosa. ¿Alguien alguna vez ha visto a alguna de sus mujeres cubiertas de pies a cabeza?

   El número de mujeres que en España visten el burka o el niqab es muy escaso, pero nadie está en condiciones de afirmar que con el paso del tiempo puedan ser muchas más y por ello es bueno adelantarse a los acontecimientos, que poco a poco se vaya teniendo claro lo que es consentible y lo que no lo es. Las mujeres invisibles no están previstas en nuestra Constitución.

   Judit Albedrich, en principio, parece no desistir de su intención y hace bien, porque éste es uno de los muchos debates pendientes en nuestro país y mejor abordarlo en frio y con tranquilidad, con prudencia pero con claridad de ideas, que de manera atropellada y visceral.

   A esta alcaldesa le puede ocurrir lo que le ocurrió a la consejera de Sanidad del Gobierno catalán en el año 2004, Marina Geli, cuando ni se olía a crisis, que propuso el copago sanitario como mejor manera de hacer sostenible el estupendo sistema público de salud. Entonces, muy en solitario, manifesté mi acuerdo con la propuesta, como ahora lo hago con la propuesta de la alcaldesa de Cunit.  Muchos criticaron a la responsable de Sanidad y nadie le hizo caso. Ahora, seis años después, el copago es una posibilidad bien cierta y probablemente una medida necesaria. La diferencia es que hace seis años el debate se hubiera podido plantear con serenidad, con perspectiva y sin urgencias. Ahora, cuando se plantee, que se planteará, se hará en un contexto de crisis y de urgencia.

   Ambas cuestiones,--debate sobre el burka y copago sanitario_ han sido dos debates que tienen su origen en Cataluña y ambos iniciados por mujeres, que desde que el mundo es mundo, y aunque no se nos reconozca, tenemos especial olfato para adelantarnos a los acontecimientos. El tiempo va a dar la razón a Marina Geli y a Judit Albedrich. Es cuestión de esperar y ver.
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