Acoso y derribo, ...de lo que sea

Sigo con mi anterior escrito de opinión. La memoria es importante cuando la realidad más inmediata nos apabulla con reiterativos mensajes más dignos de una publicidad barata que de un foro dónde se está jugando el futuro de un país.   El pasado 27 de mayo hemos vivido en el Congreso un debate digno de los “mejores” días de la Segunda República. El PP, como la CEDA entonces, perseguía a toda costa desprestigiar, hundir, exterminar al adversario, aunque con ello pusiera en un brete toda la economía española y, por extensión, la europea. Desoyendo incluso a los líderes conservadores de la UE, el PP busco el acoso y derribo de un toro enclenque. Poco importaba que ello significara el riesgo de tener que destruir la propia plaza de toros y sus aledaños. De las cenizas saldrían (como salieron en el 39) como únicos vencedores, sin oposición que les impidiera marcar su política durante décadas.   Pero cuidado, igual que en aquel entonces, don José Maria Gil Robles se encontró con un “salvador de la patria” que emergió por encima de él, así que de nada le sirvieron los centenares de miles de muertos y el país destrozado. ¿Podría ser que ahora, con la imagen de mediocridad y falta de prestigio que ha adquirido a pulso Mariano Rajoy, también apareciera a última hora un “salvador”, musculoso y sonriente, un tocayo del Sr. Gil Robles que, con la ayuda de “los mercados internacionales”, substitutos no menos duros de los Mola o Millán Astray, surgiera de las aguas turbulentas para llevarnos al paraíso?