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Lo que vendrá

Lo que vendrá

viernes 25 de junio de 2010, 22:27h
Tomo el nombre de un tango de Piazzolla para referirme al panorama futuro de nuestras relaciones con Colombia tras el triunfo de Santos, que ofrece estar más enredado y quebradizo que un tango apache.

Como cabía esperar, el nuevo Presidente de Colombia ha anunciado una política de firmeza y dureza contra la guerrilla, lo que en palabras simples significa que habrá un agravamiento del conflicto colombiano, con miras a eliminar definitivamente la amenaza insurgente.

A los vecinos de Colombia no nos toca juzgar las razones que mueven la política interna de ese país, porque ese es un derecho privativo de los colombianos, pero sí nos corresponde tomar precauciones ante las consecuencias que esa política pueda tener para nuestros países.

Todo parece indicar que lo que vendrá con el gobierno de Santos será más guerra, más desplazados y más amenazas contra nuestra frontera. La guerra se dará sobre todo en los territorios colombianos del Sur, próximos al Ecuador, lo que de hecho dificultará nuestros esfuerzos nacionales por mantenernos al margen de ese conflicto. Ese escenario de soldados, paramilitares y guerrilleros combatiendo en la vecindad, inevitablemente se completará con la presencia de miles de civiles desplazados de su territorio y buscando refugio en el Ecuador. Y quizá traerá consigo nuevas violaciones a nuestra frontera norte, por parte de combatientes que huyan o se escondan de sus enemigos.

Como podemos ver, el panorama no es nada halagüeño para nuestro país, que, con toda razón, insiste en mantenerse al margen del conflicto armado colombiano. Desde luego, eso no nos ha liberado de la responsabilidad de defender nuestra frontera, lo que ha implicado la movilización de más de 10 mil efectivos y la adquisición de nuevas armas y equipos militares, para hacer efectiva la defensa de nuestra soberanía, aunque al costo de frenar nuestros esfuerzos de desarrollo. Tampoco nos ha liberado de la llegada de cientos de miles de refugiados, que han ido acogidos con gran solidaridad humana por parte del Ecuador, como lo ha reconocido reiteradamente la ONU.

Pero lo que vendrá amenaza con ser todavía más grave que lo ya conocido. De una parte, la presencia militar norteamericana en Colombia implica una sorda amenaza para los vecinos que no le hagan el juego a su acción. De otra, los vecinos que insistan en la neutralidad están amenazados de sufrir una nueva agresión propagandística por parte de los socios mediáticos del uribismo, encabezados por el grupo español Prisa, dueño del diario madrileño El País, de la Cadena Radial Colombiana (Caracol) y del diario bogotano El Tiempo, este último en asocio con la familia Santos.

Frente a ello, quizá será necesario gestionar un mayor compromiso de la comunidad internacional en defensa de nuestro derecho a la neutralidad. Y es que los ecuatorianos hacemos votos porque Colombia resuelva internamente ese conflicto, ojalá por medios pacíficos, pero no estamos dispuestos a involucrarnos en él.

Pese a los nubarrones, hacemos votos porque en Colombia prime al fin la voluntad de paz sobre el espíritu de conflicto. Ese pueblo, dueño de tan formidables energías creativas, necesita respirar al fin sin miedo, sin secuestros, sin masacres, sin falsos positivos, para poder emprender el vuelo hacia un horizonte de desarrollo y justicia social, como el que perfiló Jorge Eliécer Gaitán.

La Colombia que amamos es la de los grandes escritores, como Rafael Pombo, José Asunción Silva, León de Greiff, Carlos Castro Saavedra, Meira Delmar, Aurelio Arturo y Gabriel García Márquez. También la de formidables pintores como Alejandro Obregón, Enrique Grau, Fernando Botero, Débora Arango y Omar Rayo, y de escultores espectaculares como Rodrigo Arenas Betancourt y Edgar Negret. Y, claro está, también es la de esos músicos fabulosos que nos han puesto a bailar desde la infancia, al ritmo de porros, cumbias, gaitas, merengues, mapalés y vallenatos.

Anhelamos, pues, que prime finalmente esa Colombia de deportistas, científicos, inventores, industriales y trabajadores que han impulsado su notable desarrollo, sobre esa otra de los violentos, que la han ensangrentado y enfangado. Entonces vendrá la paz a ese hermano país y los vecinos de Colombia la celebraremos como nuestra.

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