El Papa en Bizancio

   La visita del Papa a Turquía es un "test" para el Gobierno de Ankara. Pese a las amenazas que ha recibido Benedicto XVI por cuenta de algunos fanáticos (que con toda seguridad no han leído lo que dijo Ratzinger en la Universidad de Ratisbona), en este viaje oficial se juega más Turquía que El Vaticano. ¿Por qué? Pues porque Turquía quiere entrar en la Unión Europea y en este club occidental tenemos la muy arraigada costumbre de separar las controversias religiosas de las polémicas políticas.

   No era de recibo que el señor Tayib Erdogan, primer ministro del Gobierno turco no saludara al jefe de Estado que es el Papa pretendiendo, al tiempo, entrar a formar parte de la UE. Erdogan es el líder de un partido islamista y pretendía nadar y guardar la ropa. Al final se ha impuesto la lógica de la "real politik". Turquía es un Estado laico cuya población es mayoritariamente musulmana. Practican una religión cuyo impulso conduce a formas de gobierno ajenas a la filosofía de Kemal Atatürk, el fundador de la República y de la Turquía moderna. El Ejército turco es el guardián de las esencias del "kemalismo", pensamiento político autoritario, prooccidental y laico que de hecho se ha convertido en baluarte frente al islamismo de la mayor parte de la población del país, sobre todo en Anatolia, la parte más atrasada y poblada. El sistema político turco contiene en sí mismo contradicciones suficientes como para impedir que Turquía alcance los varemos mínimos de democracia impuestos por la UE como  la presidencia finlandesa de la Unión le ha recordado al Gobierno de Ankara en relación con la cuestión chipriota. Ankara lo sabe y también sabe que para Bruselas el viaje del Papa es un "test". De ahí la llamada de Erdogan en el Parlamento invitando a sus paisanos a recibir al Papa con cortesía.

   Por eso creo que pese a tanta tensión como ha creado la visita, a la postre, culminará sin más problemas... dejando para la historia la imagen de un Papa (el primero en quince siglos), entrando en Santa Sofía, el esplendor de Bizancio.