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Zapatero en la intimidad

Zapatero en la intimidad

martes 06 de julio de 2010, 13:01h
   Siempre se ha dicho que el ideal de democracia es Estados Unidos, donde cualquier ciudadano puede llegar a presidente, da igual que uno sea de los Kennedy de toda la vida o de los Carter de las plantaciones de cacahuetes. Y es cierto. Aquí en España podríamos adaptar el eslogan a "cualquiera puede llegar a presidente con tal de que le guste el fútbol"; en caso contrario lo lleva claro.

   Hemos asistido (algunos con cierto rubor ajeno) a cómo sus señorías en el Congreso se prestaban a memeces tales como arriesgar el resultado de una "porra" en los partidos de España. Políticos que no se ponen de acuerdo en temas esenciales en cambio juegan al futbolín durante un rato y les tenemos que reír la gracia. El colmo del disparate ha sido ver a Zapatero en una intervención oficial, bandera y escudo a la espalda, en la que reconocía con dolor que tan sólo vería el partido en el salón de casa. La pregunta es: ¿Y a mí qué narices me importa dónde vea el fútbol Zapatero? A los representantes públicos se les debe exigir un comportamiento ejemplar y si tiene que quedarse sin ver el partido porque toca apañar la economía pues se queda y ya está.

   De la etapa del NODO hemos heredado una cierta nostalgia por el apartado de "natalicios", cuando las cámaras entraban en la intimidad del hogar de una folklórica o de una aristócrata también y nos decían de qué "manera sencilla vivían los Zutanez... como un español más". Esa querencia a los natalicios nos lleva a convertir en noticia que el presidente del Gobierno no pueda (pobre) asistir al partido contra Alemania a darle collejas a la canciller Angela Merkel. Sin duda que uno pensaba que cuando te elegían presidente el cargo no llevaba aparejado un abono facial, por la cara, en todas las finales deportivas.

   Si hiciera falta que acudiera un español a apoyar a la Selección que, además cree en lo que hace, que no vaya Zapatero sino "Manolo el del Bombo" cuyo nombre debería venir reflejado en la futura letra que tenga nuestro himno, quizá en el estribillo dónde todos hagamos "porrrom-porrom-chimpón". Lo que nunca debería haber pasado es que el fútbol también ocupara el ancho de banda de la frecuencia por la que emiten los políticos. A este paso, y por culpa de los variopintos planes de enseñanza, los niños terminarán creyendo que Santiago Bernabéu fue presidente de la II República.

   Los de la "porra" y el presidente del Gobierno deberían tener algo más de pudor al mostrar sus pasiones en público. Insisto: como si quiere ver el partido vestido con la camiseta de Mickey Mouse y sus calcetines de la suerte, es su problema, pero los nuestros no se solucionan con políticos de fondo sur.


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