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La ley de (Port) la Selva

La ley de (Port) la Selva

martes 06 de julio de 2010, 13:13h
   El municipio gerundense de Port de la Selva se ha declarado "moralmente excluido" de la Constitución española. Es la respuesta que el consistorio da a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut catalán. No muy sorprendente, claro está, esta salida de tono del alcalde 'convergente' Genís Pinart y sus muchachos, teniendo en cuenta que en decenas de ciudades catalanas se han celebrado ya 'consultas' de carácter soberanista y plenamente ilegales. Tampoco es, al fin y al cabo, algo demasiado chocante si consideramos que el mismísimo president de la Generalitat ha alentado  este sábado una manifestación para atacar una sentencia del máximo órgano institucional encargado de interpretar la ley fundamental española.

   Claro que resulta improcedente escandalizarse a la vista de esas extrañas idas, venidas y revueltas protagonizadas por el presidente del Gobierno central, señor Zapatero, sugiriendo portillos traseros para desvirtuar una sentencia del TC que, sin embargo, oficialmente dice que le ha parecido perfecta. Quien me haya leído alguna vez sabe que tiendo a ser optimista y me repatea el catastrofismo que algunos esgrimen de manera constante, pero si eso tiene algo que ver con la seguridad jurídica, arquitrabe del buen funcionamiento de un país, que venga Dios y lo vea.

   Pues eso: para qué pasmarse ante la alcaldada de Don Genís. Normal, ya digo, en un país en el que ciertos presidentes autonómicos, constituidos en casi virreyes, se permiten declarar la no aplicabilidad en su territorio de leyes -buenas o malas leyes- aprobadas en el Parlamento, mientras sus estatutos de autonomía se declaran nación, de Breogán o no, 'nacionalizan' ríos y establecen, cada cual a su libre albedrío, el tope de ganancias para declararte rico y, por tanto, establecer nuevos impuestos unilaterales.

   Cuando le recité todo este rosario de lo que a mí me parecen despropósitos a cierto presidente autonómico, me respondió, creo que enfadado: "Lo que pasa es que tú no crees en las autonomías". Creo que le respondí que, efectivamente, a este paso dejaré de creer en esa forma de descentralización que se presumía original y modélica y que, a este paso, corre el riesgo de acabar en algo así como diecisiete puertos de Arrebatacapas, sin contar con las pequeñas locuras municipales allá donde al señor alcalde le pete perpetrarlas, estableciendo así una suerte de ley de la selva a varias escalas.

   Digo yo que, a la hora de debatir en las Cortes el estado de la Nación, bien podrían incluirse algunas de las pintorescas cuestiones arriba citadas. Pero tengo la impresión de que, de nuevo, los árboles no dejan ver el bosque. O mejor: la corteza en la que nos afanamos no nos deja ver los árboles que integran el bosque.


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