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Del “sueño” al insomnio

Del “sueño” al insomnio

domingo 25 de julio de 2010, 13:28h

José Luis Rodríguez Zapatero tuvo un sueño, como Martin Luther King, pero ahora confiesa que ha pasado noches sin dormir. No me extraña. Tampoco duermen los que han perdido su trabajo y no tienen ninguna oportunidad real de encontrar otro. Ni los empresarios que han tenido que cerrar sus empresas, han perdido su patrimonio y están endeudados hasta las cejas. Ni los autónomos que se quedan sin trabajo y sin derecho al desempleo después de cotizar años. Ni los pensionistas que ven congeladas sus bajas pensiones. No es lo mismo.

Zapatero tuvo un sueño hace diez años, que trató de poner en práctica cuando alcanzó el Gobierno de España: enraizar la democracia española con la de la II Republica, dando un salto de setenta años. Lo confesó él. Su sueño era –es- hacer “la tercera transición”, aunque para ello sea necesario aguar el prestigio de la transición que llevó a España del autoritarismo a la democracia con el esfuerzo, el sacrificio y la inteligencia de la clase política en su conjunto, desde la extrema derecha hasta a extrema izquierda.

Ahora encarando ya el final de su segunda legislatura, diez años después de su ascenso al poder absoluto en el PSOE, y con el país en la peor crisis económica de las últimas décadas no parece que Zapatero esté pensado en hacer las maletas, a pesar de esas frases misteriosas del debate sobre el estado de la nación. No sólo ha puesto en juicio la propia esencia constitucional de la nación, con su peligroso juego en torno al Estatuto de Cataluña, sino que sigue sin reconocer que se equivocó gravemente al no reconocer, al negar, la crisis económica, al no tomar medidas para afrontarla, al hacerlo tarde y equivocadamente y al decir, ahora, que la crisis “nos obliga a hacer en un año lo que habríamos hecho en cinco o seis”. No es verdad. Le están obligando a hacer en un año y con un alto coste para futuras generaciones lo que se negó a hacer cuando debía. Y no lo hace por convicción. Acaba de decir que “no estamos tan mal, os dije. Y hoy estamos mucho mejor de lo que parece y lo vais a vivir”. Recalcitrante en el error, con un partido dividido, pero con el poder y la obligación de hacer lo que hay que hacer y no quiso hacer antes.

El espíritu de La Moncloa contagia a los gobernantes. Zapatero empieza a parecerse a Aznar en algunas cosas. Resulta que ahora corre diez kilómetros cada día, ignoro si tiene también entrenador personal. Pero no duerme bien. Del “sueño” de cambiar la historia, al insomnio “esperando al índice Nikkei”. Que se lo cuente a los parados, a los pensionistas, a los inmigrantes sin trabajo, a los autónomos, a los jóvenes que no encuentran un empleo, a los empresarios que no cobran lo que les deben, a los ayuntamientos que no tienen para pagar las nóminas. Eso sí que es no dormir.      

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