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Pájaros listos

jueves 17 de mayo de 2007, 08:24h


Mi señora, la Mati, se ha empeñado en que debo aprender a jugar al golf. La he dicho que nones (o sea, que de aquí a dos semanas ya me veo dándole al palo y mandando la jodida pelotita a donde no hay que mandarla). Son cosas que uno tiene que hacer, porque el golf da vida a mucha gente, si lo sabremos yo y mis colegas, que llevamos la tira de urbanizaciones metiendo campos de golf. P’a que aluego se quejen los ecologistas del carajo, esos que se llaman Los Verdes y gentes asín. Que no hay cosa más verde que, en mitá de La Mancha, en un secarral en el que antes no pastaban ni las cabras, colocar bien alineados, primero a un lado las filas de adosados. Del otro lado, se colocan los chalés pareados y, a continuación, los chalés con parcela. Y, en el mejor sitio, el campo de golf. La zona verde. Sí, señor. Con su club social, con restaurante, piscina, cuatro pistas de tenis y el aparcamiento. La cosa huele a dinero, que es una buena olor. ¿O no?.

Claro que para los promotores, esto de los campos de golf nos deja como en un sin vivir. Bastante coñazo es andar toreando con la oposición municipal (siempre se puede llegar a algún arreglillo), sino que hay que pasar por los trámites de la Junta Provincial de Urbanismo (donde las hay) y, después, por la Comunidad Autónoma. Que se pierde un tiempo preciso, aparte de tener que andar soltando una morterá o dos. Hasta ahí, como que bien. Ya estamos acostumbraos y entra en los presupuestos.

Si la cosa va de secano, no hay demasiados problemas. En cambio, si hay por medio bosque (masa forestal, que le dicen), como que se lía. Porque por ahí aparecen los ecologistas. Unos tipos que se preocupan la tira por los bichos, los árboles y las plantas, pero nada de nada por los seres humanos.

Tenemos el caso de Las Navas del Marqués (Ávila), donde llevan como puta por rastrojo a su alcalde, el Gerardo Pérez García, un tipo con visión de futuro que, junto a la Diputación de Ávila y a la Junta de Castilla y León impulsaron la construcción de la urbanización Ciudad del Golf. Como que no puede hacerse una tortilla sin cascar huevos, hubieron de cortar 4.000 pinos maduros resineros en buen estado de conservación, allá por el 6 de octubre del año pasado. Lógico de cagarse, porque en algún sitio hay que meter 1600 viviendas unifamiliares, dos campos de golf de 18 hoyos cada uno, un campo de iniciación, otro de prácticas, un club social, un restaurante, un almacén y dos hoteles de 300 plazas, tiendas y una zona deportiva y de ocio. Pues menudo pollo hay montado. Y todo por un vecino del pueblo, encabronado cosa mala porque no le habían recalificado su finca,. O sea, que de SNUP (Suelo No Urbanizable de Protección) a Suelo Urbanizable efectuada para levantar la Ciudad del Golf. La cosa tiene su miga. Porque el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León dio la razón a este vecino, pero como el denunciante no solicitó la ejecución de sentencia (si lo hiciera su finca quedaría protegida) el fallo quedó en el limbo y la empresa encargada aprovechó y comenzó a talar. Así eliminó cerca de 4.000 pinos, de noche y a toda leche.

Y ahí es donde entraron los ecologistas con sus monsergas: que si pinos, que si robles melojos, algunos de gran porte, y zonas de claros con pastizales; que si se trata de una ZEPA (zona de especial protección para las aves) y LIC (lugar de interés comunitario) con presencia de águila imperial ibérica, cigüeña negra, águila culebrera y águila calzada. Y, encima, lo del agua: que se gastará mucha en el mantenimiento de los campos de golf, de los jardines y toda la pesca. ¡Coño, claro que se va a gastar agua! ¿Os que habemos de regar las plantas con cerveza?

A la que te despistas y te pones a hacer algo útil, como puede ser el ir pensando en la próxima recalificación, te aparecen los ecologistas con el rollo patatero de los pájaros. Que si traes la luz, que tienes que hacer el tendido de las líneas, que te andes con ojo, que no sea que los pájaros se te vayan a quedar como en una barbacoa de esas que hacía antes mi señora, la Mati, que dejaba como el puro carbón las chuletillas de cordero. ¡Joder, ni que los pájaros fueran tontos y se tropezaran con los cables!. Que los bichos son muy listos, que me lo sé yo de cuando iba de caza por cerca de Talamanca, que no le dabas a las perdices, que salían las tías esprintadas a la que oían que soltábamos los perros. Los pájaros son listos de la hostia. Vamos, que son como nosotros, los promotores, que andamos con vista de águila. Que donde ponemos el ojo, ponemos la recalificación y, a poco que podamos, el campo de golf.
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