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La ceremonia de la confusión

La ceremonia de la confusión

jueves 17 de mayo de 2007, 21:18h
En España todas las elecciones son generales, las que lo son y las que lo parecen, a juzgar por los mítines de algunos de sus principales líderes. Ya se trate de elegir diputados, alcaldes o gobiernos regionales, siempre hay alguno que se empeña en que no se hable de lo que “toca”, sino de lo que le conviene: el terrorismo de ETA, la enseñanza religiosa, la emigración, etc.

Y en estas circunstancias, los ciudadanos, en lugar de “barrer para dentro” y exigir de sus candidatos que expliquen cómo van a arreglar el problema de la carísima vivienda, cómo  acabar con las corrupciones urbanísticas, cómo se va a mejorar la sanidad pública o cuántas plazas se van a crear de guarderías infantiles, lo que deciden es no ir a votar.

Porque, desde que hay democracia en España, en las elecciones autonómicas y municipales votan el 10 por ciento menos que en las generales. Y eso, teniendo en cuenta que, prácticamente, todos los servicios: la sanidad, la educación, la protección social, el urbanismo, la política medio ambiental o el cuidado de las ciudades y pueblos están en manos de los ayuntamientos y de las comunidades.

Es difícil explicar el aumento de la abstención en unas elecciones en las que se juega un presupuesto de más de 150.000 millones de euros. En los últimos veinte años, las comunidades autónomas cuentan con la mitad de los 300.000 millones del presupuesto del Estado y con el 88 por ciento del de bienes y servicios, lo que significa que la mitad del dinero de este país y, sobre todo, el que tiene que ver con la vida cotidiana del ciudadano no lo maneja, en su gran mayoría, la administración central.

¿Por qué, entonces, no son más importantes estas elecciones del próximo 27 de mayo que las generales?. Pues porque no lo son para alguno de los líderes naciones de los partidos ni para los principales medios de comunicación. Mariano Rajoy, candidato a la presidencia del Gobierno por el Partido Popular, por ejemplo, ha convertido la política antiterrorista del Gobierno, la inseguridad y la emigración en el centro de su campaña. Aparece en todos los informativos, sin darse cuenta de que él no se presenta ni “toca” hablar de esos temas.

Pero no toda la culpa la tienen los líderes políticos. Los medios de comunicación de ámbito nacional –televisiones, radios y periódicos- los jalean permanentemente y, por si fuera poco, explican a los votantes que estas elecciones de mayo son una especie de primarias de las próximas generales, las de marzo de 2008, “las de verdad”.

En mi opinión, estamos viviendo una ceremonia de la confusión, una especie de fraude al ciudadano que contribuye al alejamiento de éste de la política bien entendida, “la de verdad”, la que sirve para solucionar problemas cotidianos, proporcionar bienestar y resolver conflictos. Tal vez por eso, como dijo recientemente el catedrático Fernando Vallespín, España es el país europeo en el menos interesa la política.
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