Lo que quiere el PNV

   De todos es sabido que, apenas reanudado el curso político, el Gobierno  habrá de vérselas con tres o cuatro "toros miura": la huelga convocada por las centrales sindicales, que permitirá comprobar el grado de enfado con el Gobierno, el debate sobre el futuro de las pensiones, los presupuestos generales del 2011, y la campaña electoral catalana. Hay bastantes sospechas de que a más de una sigla -PSOE, PP, UGT, CCOO, PNV, PSC, CiU, ERC-, alguna de esas materias puede procurarle un "enganchón" severo. No debe sorprender que el presidente Zapatero haya preferido quedarse en la Moncloa este agosto para ir preparando los asuntos que vienen, para que nada le coja por sorpresa.

   La propuesta de reforma de la edad  de jubilación, el ritmo de recuperación de la economía, las listas de candidatos autonómicas y municipales, las tensiones con el PCS o con el PSM, lo que puede pedir el PNV a cambo de su voto afirmativo a los presupuestos en el Congreso... Ésta será, con certeza, una de las cuestiones que el Gobierno de Zapatero y el de Patxi López  deberán afrontar probablemente de común acuerdo, y a la que ambos gabinetes se enfrentará en las próximas semanas. EL PSE vigila para que el eventual pacto con el PNV no perjudique al lendakari, pero también los nacionalistas necesitan a los socialistas en las diputaciones. Posiblemente ésta sea la cuestión que el PNV planteará en la negociación de nuevas demandas de autogobierno para el País Vasco, ajenas a las partidas presupuestarias, junto con otras, referidas a transferencias pendientes dentro del Estatuto de Guernica, Y otras que se sitúan fuera del Estatuto, y que el PNV las resume en "un nuevo acuerdo entre Euskadi y el Estado", según señalan fuentes nacionalistas que este domingo citaba el diario El País.

   La letra de tales reclamaciones aún no se conoce, pero la negociación para los Presupuestos irá en esa línea, según se desprende de las conversaciones oficiosas mantenidas a últimos del mes de julio por socialistas y peneuvistas, y que  para las que José Luis Rodríguez Zapatero , y el presidente del PNV, Iñigo Urkullu , deberán construir las bases del acuerdo. De ahí que se sospeche que este año la negociación no la conducirán, de entrada, el portavoz socialista, José Antonio Alonso, y el portavoz de presupuestos, Francisco Fernández Marugán, sino que deberá empezar "más arriba". Se recuerda que en el último comité federal del PSOE, del pasado 17 de julio, Patxi López ya advirtió sobre las demandas que plantearán los nacionalistas.

   El resquemor del PSE tiene alguna justificación, ya que el PNV deliberadamente quiere entenderse en esta negociación directamente con el Gobierno central y no con los socialistas vascos y porque algunos de los aspectos que el PNV va a plantear no tienen fácil encaje. La petición de las políticas activas y pasivas de empleo, presentada por escrito en las resoluciones del debate del estado de la nación, sorprendió al grupo socialista. "El precio será alto porque se va a dilucidar el futuro del autogobierno del País Vasco y el modelo de Estado", dijo Urkullu al día siguiente de aquella votación en el Congreso.

   Pero, aunque Zapatero necesita el apoyo del PNV para los Presupuestos -descartadas la izquierda y CiU-, los socialistas también apuntan al flanco débil del PNV,  necesitado del voto de los socialistas vascos para sacar adelante los presupuestos de las tres diputaciones vascas, todas ellas en manos peneuvistas, aunque en minoría. Por tanto, la negociación presupuestaria se juega a tres bandas, el PSOE, los vascos) y los forales (responsabilidad del PNV), aunque los mayores riesgos los asume Zapatero. Sin Presupuestos para 2011, la legislatura estaría próxima a su fin. El presidente se muestra seguro de que conseguirá apoyos suficientes para sacarlos adelante y que no tendrá que prorrogar los actuales ni disolver las Cámaras.

En todo caso, hay por delante un cuatrimestre apasionante.