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Unificar las tarifas

viernes 18 de mayo de 2007, 20:01h

Como que va a ser que sí, que como que hay que hacernos casos a los de la Asociación de Promotores, que me han dicho mis contables que hay que rentabilizar los costos. Vamos, como hay que saber de qué mal tiene que morir uno. Y yo y mi señora estamos de acuerdo. Porque una cosa es saber que un piso –o un adosado, o un chalé, o un apartamento) puede variar de precio de un sitio a otro. En primer lugar, porque todo está en función de lo que te haya costado el terreno; aluego hay que saber en cuánto se pone la recalificación (los contables a esto le llaman los tíos, como que no se han quedado calvos pensándolo, “gastos variables”) y, después, pues lo que se llevan los encofrados, los cimientos, los ladrillos y toda la pesca.

Hasta aquí, cualquiera llega. Incluso se entiende que el precio que le vamos a cobrar al cliente pardillo no sea el mismo que le cobremos, por la misma obra, al cliente más informado. Por ejemplo, ayer el Zapatero, que andaba por Alicante, se descolgó con eso del “urbanismo salvaje”. ¡Coño, ni que los promotores mordiéramos, cuando son los políticos los que se llevan la mordida! Pues no lo dirá por las ciudades que controlan los socialistas, digo yo. No hay urbanismo salvaje, porque está domesticado. Es más, hasta te dicen los tipos no ya cuántas alturas puedes construir ni que volumen de edificación se te permite, sino hasta qué arquitectos te tienen que hacer el proyecto. ¡Que se lo pregunten a mi colega Corral, que todo lo que hace en Barcelona es a base de tragar hasta con el color de las ventanas!.

Claro, los socialistas, al contrario que los peperos, no te cobran directamente más que las tasas municipales y las licencias de obras, aparte del impuesto revolucionario –exigido a cara descubierta, un detalle—que representa el que tengas que cederle gratis al Ayuntamiento tantos metros cuadrados para centro sociales y servicios. O sá, que te aumentan los costes un porrón. Pero, bueno, con cargarlo luego en el precio final de los pisos, como que te vas apañando.

En cambio, los peperos parece que te escuchan más, como que te hacen más caso y toda la pesca. Si eres discreto y te portas bien, incluso te dejan que les lleves el Plan General de Ordenación Urbana hecho. Si es preciso, a las cuatro de la mañana, en víspera de festivo, se celebra el Pleno extraordinario del Ayuntamiento y te lo aprueban a toda leche. Por ahí como que no hay que quejarse. Eso sobre el papel, porque, vamos a ver, ¿tanto les cuesta establecer unas tarifas p’a que el promotor sepa, de entrada, si le va a salir más barato construir, un poner, en Castilla y León o en la Comunidad Valenciana?. Pues como que no. Que no te salen los números.

Aluego los hay que se quejan de que, incluso cuando hacemos Viviendas de Protección Oficial, a precio tasado, le digamos al comprador que ese precio es orientativo y sobre el papel, pero que nos tiene que dar, además, de doce a dieciocho mil euros (o sá, de dos a tres millones de las antiguas pesetas) si quiere tener el piso antes de dos años. Y es que esto funciona como funciona. Que, en el caso de las VPO, viene a ser como las lentejas, si quieres las comes y si no, te las tragas

Ya sólo queda una semana para que haya pasao el coñazo e las elecciones municipales. Cosa que no está mal. Luego viene el verano, que si las salidas de fin de semana, que si las vacaciones y, en septiembre, lo peor del lío del urbanismo ya será otra historia. Espero que para entonces los unos y los otros se hayan puesto de acuerdo y, al menos, nos digan cuánto nos van a cobrar. Que preferimos pagarlo de una sola vez, sea lo que sea. Que se queda uno como más tranquilo y, además, te da tiempo a subir los precios de lo que construyes.  Pues eso.

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