
Bueno, ánimo que ya queda menos, mis amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y azanarobotellados niños y niñas que me leéis. A ver si cunde el ejemplo tan católico, tan tradicional, ¡¡¡tan español!!l y perseveráis en vuestras relaciones de pareja (heterosexuales, por supuesto, que si no los reverendísimos mitrados se suben por los retablos) lo menos los treinta años, o tres decenios o seis lustros que llevan juntos
José María Aznar y
Ana Botella. Que lo han anunciado públicamente, así, sin complejos:
“nos queremos”.
Ana y Jose, Jose y Ana están encantados de haberse conocido. La parejita, en su segunda luna de miel, disfruta de las delicias de ser abuelos. La parejita, por tanto, vive
“la vie en rose”, la vida n rosa. El sol primaveral (cuando no diluvia y graniza como este finde) luce en lo alto, los pajaritos cantan, y ellos, mirándose dulcemente a los ojos, se hacen carantoñas y arrumacos como dos enamorados de los de antes del discotequero aquí-te-pillo-aquí-nos-lo-montamos. Sin cortarse ni un pelo. Delante de los fans y hooligans que acuden a sus mítines.
Ella, Ana, es candidata a renovar su acta de concejala de Servicios benéficos en el Ayuntamiento de Madrid. Él, Jose, ya está por encima del bien y del mal políticos, pero es un esposo responsable, de los que apoya a su pareja. Y ahí le tenéis, en primera línea de mitin, melena al aire, dicharachero, ocurrente, locuaz, impartiendo doctrina y confesando en público el amor que siente por su esposa.
¿Haría lo mismo
ZetaPé? ¿Le recitaría epitalamios y hemistiquios amorosos a
Sonsoles Espinosa, entre llamada y llamada a las urnas municipales? Como que no, vamos. Que el actual inquilino de La Moncloa, con todo su talante a cuestas, no es como de andar pregonando a los cuatro vientos sus más íntimos afectos. El tipo bastante tiene con explicar lo bien que lo han hecho y esas cosas de que ahora tampoco van a conseguir meter en cintura a los del Clan del Ladrillo, no sea que bajen las acciones de las constructoras que cotizan en Bolsa y se pierda crecimiento económico. Se denuncia públicamente algunos casos ostentosos, estentóreos y ostentóreos, de esos que, incluso, tratan en los programas tomateros de las teles y se prometen aves, autopistas y canales navegables hasta en Valverde de los Arroyos (provincia de Guadalajara, el único pueblo de alta montaña de Castilla-La Mancha) y se `promete que
“haremos más” hasta en el ayuntamiento lucense de O Saviñao. Es lo que viene en el guión de campaña.
Aznar está en campaña. Y lo tiene fácil, el tío. Dos sonrisas, un par de piropos a Ana Botella, y el decir que España se rompe, pero que ellos, los peperos, la reconstruirán nada más volver a gobernar, y ya tiene a sus incondicionales con los mismos entusiasmos que los taurófilos como
Rosa Jiménez y mi querido
Carlos Abella sienten por Castella y Talavante, las últimas revelaciones del ruedo, a la espera de la gloriosa aparición de José Tomás (que ya tiene al malvado del Vilariño dispuesto a irse a Barcelona el próximo 17 de junio). Y es que al marido de Ana Botella, de vuelta a los ruedos mineros, día sí y día también, le aclaman al grito tan españolísimo de
“¡Torero! ¡Torero!”. Y Jose, encantado de ello, que para eso maneja como nadie la derecha. Que para Ana y Jose, la vida es rosa, rosa color capote de torero. Como la salsa televisiva.