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Los que ahora tienen que irse

lunes 28 de mayo de 2007, 08:44h

No es muy bueno ser resultadista, se dice en el mundo de la prensa deportiva. Ni es bueno hacer leña del árbol caído, dice el saber popular, que no ‘popular’. Pero este lunes toca hacer balance después de algunos resultados electorales especialmente duros para algunos candidatos.

Es el caso de Madrid, porque parece que de momento, los socialistas de Valencia no correrán peligro pese a la gran victoria apabullante de Camps y Rita Barberá. Pero, decíamos, el caso de Madrid es distinto.

Miguel Sebastián era la gran apuesta de Zapatero, el hombre del presidente para arrebatar o al menos, para hacer frente al alcalde Gallardón. Pues ni una cosa ni otra. Cayó derrotado y además ni pudo acercarse ni de lejos, perdiendo incluso votos y concejales respecto al papel de Trinidad Jiménez en 2003.

Han fracasado pues dos fórmulas: la de ZP imponiendo candidato sin pasar por las primarias en el PSM y la fórmula del descrédito del rival, la ofensiva de Sebastián contra Gallardón abordando la supuesta relación del alcalde con la ya célebre abogada Montserrat Corulla.

Y de Simancas, qué decir. Más allá de hablar de aptitudes, el líder del PSM ha perdido tres elecciones en cuatro años: en 2003 perdió como lista menos votada en la primera convocatoria, la que luego, además, se le revelaron los traidores Tamayo y Sáez. Luego, en octubre, con tanto estrépito que Aguirre llegó a la mayoría absoluta y no le dio opción a pactar con IU. Y ahora, en este mayo de 2007, sigue la serie perdiendo por más ancho margen. Sus palabras de ayer fueron enigmáticas: “Lo siento”, dijo en varias ocasiones, con tono triste y con un rostro que luchaba por reprimir las lágrimas. Su despedida, ¿más clara?: “Hasta siempre”, dijo antes de marcharse. Puede ser su último proceso electoral como candidato.

Ninguno de los dos, Sebastián y Simancas, pueden seguir en su puesto. El primero por reiteración en la derrota. El segundo, por el margen de la derrota y la nula legitimación para estar en ese ‘cargo’ socialista. Zapatero tiene ahora que hacer otro tipo de intervención, quizás para enmendar su fallo, quizás para dar voto al PSM y renovar su cúpula representativa.

También deben ser las últimas elecciones con listas cerradas, otra cosa de las que hemos aprendido algo en esta convocatoria. Los ciudadanos, que recuerden, son los que mandan en esto, lo claman a voces: ¿Por qué no se pueden votar a los candidatos que uno quiera sean del color político que sean? ¿No se votan futuros gestores de Ayuntamientos y gobiernos autonómicos?

Y otra de las promesas no cumplidas, en esta ocasión por Rajoy: ¿qué pasa con la búsqueda de una normativa electoral a la francesa, con dos rondas? Rajoy se comprometió a ello para evitar los pactos post-electorales que arrebatan el puesto a la lista más votada, al candidato a alcalde más apoyado por el ciudadano. Pero visto lo visto con casos como el de Gallardón, ¿para qué pedirlo?, se preguntarán en Génova. Sólo que no vale ser eso, resultadista.

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