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Celebracion del Día de Muertos, refleja el mestizaje

Celebracion del Día de Muertos, refleja el mestizaje

miércoles 03 de noviembre de 2010, 01:13h
Las celebraciones mexicanas del 1 y 2 de noviembre, Día de Muertos, reflejan el mestizaje de culturas, la mezcla de las tradiciones de indígenas y algunas españolas, pero también una visión singular de la muerte, como no la tiene ningún otro pueblo.
 
El Día de Todos los Santos es una tradición instituida en honor de los santos conocidos y desconocidos, según el papa Urbano IV, para compensar cualquier falta de los fieles a las fiestas de los santos durante el año.
 
En los países de tradición católica se celebra el 1 de noviembre, mientras que en la Iglesia Ortodoxa se conmemora el primer domingo después de Pentecostés, aunque también la celebran las iglesias Anglicana y Luterana. En ella se venera a todos los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario litúrgico.
 
En España, dentro de la tradición católica, se realiza además una visita a los panteones donde están los seres queridos fallecidos.
 
En Francia, la gente de todos los rangos y credos decora los sepulcros de sus muertos en la "Fete des morts".
 
En México, donde se conjuga con el 2 de noviembre en el cual se festeja el Día de Muertos, se hacen ofrendas en las tumbas para llevar a los fallecidos generalmente comida y bebidas.  Esta fiesta incluye por tradición un altar de muertos que consiste en una serie de adornos florales acompañados de la comida favorita del difunto; además de fotografías y otros detalles.
 
Las localidades en las cuales existe una mayor tradición acerca de estas celebraciones son Pátzcuaro, la isla de Janitzio, ambas en Michoacán, así como en Mixquic, Distrito Federal. Aunque también en Yucatán y otros estados se realizan rituales de este tipo.
 
En general, la tradición es asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, bajo la creencia de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida.
 
En las zonas andinas de Sudamérica, especialmente en Ecuador, Perú y Bolivia, la costumbre es semejante: se prepara pan para consumir con la chicha morada (bebida de maíz y piña fermentada), que en algunas áreas rurales son también la ofrenda principal en los cementerios.
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