La enganchada

El Juzgado de lo Penal 1 de Granada ha condenado a tres años de prisión a una mujer que indignada porque una profesora no dejó que su hijo de cinco años se tomara el bocadillo y tuvo que compartir la merienda con su prima. La señora en cuestión, según relatan las breves crónicas, entró de manera violenta en el aula en la que había dos profesoras y tras confirmar cual de ellas había dado esa orden a su hijo, la cogió por los pelos y la tiró contra la pizarra. Todo esto ante los ojos atónitos de veinte niños.

   La "enganchada" en cuestión ha sido calificada como delito de atentado, toda vez que según la doctrina de los propios fiscales, el profesor/a es autoridad pública mientras ejerce su profesión. La agresora ya tenía antecedentes por atentado a un guardia civil, de manera que salvo los recursos pertinentes desdigan la sentencia dictada, esta mujer tan indignada tendrá que entrar en prisión.

  Sin entrar en el caso concreto todavía pendiente de sentencia firme, no está nada mal que poco a poco se vaya instalando la cultura de que no todo vale. Ahora que tanto se habla de stress que por tenerlo lo tienen hasta los bancos pese a sus suculentos beneficios, bien está el dirigir una mirada atenta el enorme colectivo de docentes españoles. Ellos si que están sometidos a stress, a ese stress de niños consentidos que saben que sus padres van a encontrar en el profesor el culpable de todo, o ese otro stress que deben generar  esos adolescentes indolentes, contestones e incluso violentos  que se creen con derecho al "colegueo".

   Es seguro que entre el colectivo de docentes los hay mejores y peores: los hay entregados a su profesión y habrá otros muchos que se limiten a cubrir el expediente y que incluso hayan promovido, sin pensar en las consecuencias, ese "colegueo" tan peligroso. Ni para bien ni para mal se puede generalizas pero sabiendo que puede haber excepciones, lo cierto es que nuestros docentes se ven sometidos_ahí están las estadísticas_a un nivel de stress y ansiedad que nada tiene que envidiar a otros tan de moda, con el agravante de que no tienen el reconocimiento económico y social que tienen en otros países. A nuestros docentes nunca se le ocurriría abandonar sus aulas y dejar plantados a cientos de miles de alumnos pese a que no siempre disponen de los medios necesarios para su propio reciclaje profesional y en muchos casos se desenvuelven casi con miedo a sus alumnos y a los padres de sus alumnos.

   Habrá que esperar a que la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal 1 de Granada sea firme, pero mientras la Justicia decide, no está nada mal que alumnos y padres de alumnos empiecen a ver las orejas al lobo, sabiendo, eso sí que ataques como el perpetrado por esta mujer no es lo habitual, pero si muy común las faltas de respeto, el "colegueo" antes aludido, indisciplinas flagrantes. Que poco a poco se vaya deslizando el mensaje de que el profesor/a es "alguien", no está nada mal. Es más, creo que está muy bien.