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Escritos en libertad: La estrategia de la palabrería

Escritos en libertad: La estrategia de la palabrería

martes 14 de diciembre de 2010, 21:44h
El Consejo de Ministros de la Competitividad aprobó definitivamente el pasado viernes la fecha límite de las ayudas al carbón: 2018. La decisión supone una falsa prórroga de cuatro años, porque al quedar establecido  un calendario de disminución progresiva de los incentivos, mucho antes del día fijado como límite ya no habrá trabajadores en las nóminas de las empresas mineras.

Hasta ahora las ayudas europeas al carbón venían justificadas  por el carácter estratégico de este combustible en países como Alemania y España, carentes de otros recursos energéticos autóctonos de forma significativa. La dependencia exagerada a la hora de cubrir la dieta energética nacional ha motivado permanentes aplazamientos, hasta el extremo de que los políticos españoles, centrales y autonómicos, nunca se tomaron muy en serio la necesidad apremiante de crear puestos de trabajo alternativos. Ahora Bruselas ha dicho que ya no vale la coartada del valor estratégico del carbón, porque existe la tecnología necesaria  para crear  una industria energética alternativa suficiente a través de las renovables, con un coste menor a medio plazo, con mayor garantía de suministro y sin efectos contaminantes. La seguridad la dan el viento y el sol (combustibles inagotables), el coste ya se ha reducido a una cuarta parte en las plantas de nueva construcción  y solamente la persistente crisis económica limitará su desarrollo  en los próximos años en España.

Se suele decir que únicamente se puede  solventar una situación de conflicto si previamente se ha sabido hacer   un diagnóstico riguroso. Pues ya está hecho, que nadie se pierda en procelosas reflexiones.  Aceptemos, pues, el final del carbón y pónganse a trabajar quienes cobran por ello con el fin de encontrar soluciones al gravísimo problema que para las zonas mineras representará el cierre definitivo de sus explotaciones.

Es sabido  que los políticos -inclúyase también a los sindicalistas liberados , que con algo han de justificar sus dietas- cuando no saben qué hacer, cuando no tienen soluciones, recurren a una vieja treta: crear una comisión. Así ha sido siempre. Y en el caso que nos ocupa, de triste memoria es aquella “Mesa de Sabero, preludio de otras “mesas” a lo largo y ancho de la provincia  que tuvieron su punto orgiástico en el Pacto por León. La cosa consistía en hablar mucho y hacer poco o nada. Mesas y Pacto tuvieron  como denominador común el encuentro  de las llamadas “fuerzas vivas”, con largas peroratas que los periodistas recogíamos a altas horas de la noche conscientes de su ineficacia, pero igualmente en un estado enfebrecido tal vez  por creernos, en el fondo,  testigos de momentos históricos.  A  la mayoría de los reunidos se les daba la vuelta y de sus bolsillos no caía ni calderilla.

La historia amenaza con repetirse. La Fundación Ciudad de la Energía ha decidido gastarse unos miles de euros en promover y patrocinar un ciclo de talleres para elucubrar sobre la repercusión del cierre de las minas dictado por Bruselas. Es curioso, porque la Ciuden nació con el objetivo de investigar la captura de CO2 del carbón, a fin de convertir este mineral  en energía limpia.  Nótese que ahora ya no se llaman “mesas” a estos encuentros de debate. Las reuniones conforman “talleres”. Es la moda, aunque es un término al que ya le auguramos un recorrido corto. Está tan gastado  el modelo  que ya no suscita expectación, objetivo fundamental, acaso único, del invento.

Aunque los fondos sean europeos, a uno se le ocurre que la Ciuden ya no debería gastar más dinero en conseguir hacer del carbón una fuente blanca de energía. Salvo que se esté pensando en quemar carbón importado, lo cual sería el colmo de los despropósitos.

Seguramente la solución la dio el otro día el presidente de la multinacional  informática HP para España y Portugal, el maragato José Antonio de Paz. En el foro de debate organizado por la Asociación de Periodistas y la agencia EFE en el Parador de San Marcos, vino a decir que el futuro está en el conocimiento y no en la fabricación, que en eso no podemos competir con los chinos y los indios. Tampoco en la investigación, para lo que se necesitan recursos que no tenemos y el tiempo también nos falta. Así pues, el modelo de negocio se llama “aplicación”, valor añadido a lo que ya existe.

Diseñado el qué y el cómo, faltan las estrategias para que el dónde sea las zonas mineras.  Aquí existe igualmente unanimidad de criterio. Sólo mediante el papel activo de los gobiernos se puede impulsar un área de empleo que parte de cero. Como ejemplo, y lo dijo la misma persona en el mismo encuentro, ahí está el Inteco, algo más que un centro de trabajo. Un proyecto bajo cuyo paraguas se han asentado en León empresas punteras en el mundo y se han desarrollado otras con capital leonés.  Hoy las nuevas tecnologías dan empleo en León a más de 3.000 personas, en su mayoría de alta cualificación. Una cifra que supera ya a los trabajadores de la minería, esos que están condenados a la prejubilación.

Sobran debates. La Ciuden, tal vez por aquello de colaborar en la campaña electoral, tiene la pretensión de alargar los “talleres” hasta mayo. Solo falta que en el colmo de la ineficacia y la desvergüenza, alguien se apoyara en tan largo calendario para dilatar decisiones y compromisos.

Fernando Aller. Periodista.
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