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El alto el fuego ‘permanente’ de ETA no es el anuncio de su disolución

El alto el fuego ‘permanente’ de ETA no es el anuncio de su disolución

lunes 10 de enero de 2011, 19:04h
La asimetría en un ‘conflicto armado’ es la característica principal del fenómeno del terrorismo, tenga éste la etiología que tenga. Así las cosas y, refiriéndonos a ETA, la historia pone de manifiesto que el anuncio que acaba de hacer de un ‘alto el fuego permanente’ no difiere semánticamente de los comunicados realizados, a lo largo de su medio siglo de historia, cuando ha establecido ‘intermedios’ en el desarrollo de acciones violentas; intermedios que han sido recibidos con ciertas dosis de esperanza y que, en tantas otras ocasiones, ETA ha defraudado volviendo a los coches bomba y a los tiros en la nuca.

Un aforismo francés dice que fue un optimista quien inventó el avión y un pesimista quien inventó el paracaídas; pues bien, frente al anuncio de hoy no cabe más que ser extremadamente prudentes y si cogemos un avión, pongámonos el paracaídas.

El anuncio de ETA, desde mi personal punto de vista, es INSUFICIENTE, con mayúsculas, pues no hay elementos razonables –yo no los tengo- de que ETA vaya a desaparecer. Recordemos que no han anunciado su disolución, ni entrega de armas, ni localización de zulos, ni entrega de los individuos que están en busca y captura. Cosa distinta sería si todo esto se produce, será entonces el momento de abordar la situación del final negociado, pero con todas las cartas sobre el tapete, las armas y explosivos incautados y las informaciones operativas al descubierto. Eso sí sería un fin verificable, lo que hoy han hecho no lo es. Sólo si se dan las circunstancias descritas podemos estimar que ETA deja la violencia y que su gente va a apostar por incorporarse a la democracia.

No tenemos un anuncio de fin del terrorismo. Lo de hoy más parece una impostura ante la coyuntura de las próximas elecciones municipales, que una declaración del final de la violencia. Sólo si se dan los elementos que ya he citado, y se celebran las próximas elecciones sin los apoyos políticos tradicionales de ETA, lleven la marca que lleven, podríamos ponernos en un escenario razonablemente optimista dentro de cinco años, cuando lleguemos al siguiente proceso electoral.

El hecho de que ETA haya declarado un ‘alto el fuego permanente’, no significa nada más que eso, un alto el fuego, un ‘parón’. ¿No significa –acaso- que el alto el fuego es para siempre? –puede preguntarse el lector-, y la respuesta ha de ser clara: ‘Permanente’ es una expresión que viene a caracterizar “aquello que permanece”, pero no implica una declaración expresa de que aquello que permanece sea para siempre, sino que lo hará durante un tiempo. Así pues, de optimismo ante la declaración de los etarras, el justo, no más que el que los españoles pusieron de manifiesto en una de las últimas encuestas del CIS respecto del fenómeno etarra, un optimismo ciudadano que nace de las constantes acciones antiterroristas de las fuerzas de seguridad españolas y francesas que han llevado ante los tribunales a las sucesivas cúpulas de la banda y a los integrantes de sus ‘taldes’.

Las informaciones que han ido llegando de Francia en las últimas semanas se contradicen con la aparente declaración del fin de la violencia. Los últimos incidentes han puesto de manifiesto que la banda terrorista tiene, en su temible agenda, datos de policías, guardia civiles, militares y políticos. Los terroristas que portaban esta información en un disco duro están siendo buscados -en estos precisos instantes- por un despliegue de las fuerzas antiterroristas galas.

Así pues, este alto el fuego, pese a lo que digan los tres encapuchados del vídeo, no es verificable internacionalmente; pues tal atribución a su declaración de alto el fuego es una falacia. Sólo será verificable el hecho mismo de que durante un tiempo permanezcan sin matar, pero una verificación real conllevaría los elementos de control antes mencionados, algo a lo que ni los nuevos cachorros de ETA, ni la vieja guardia que se mueve entre bambalinas en estos momentos, están dispuestos a hacer.

Ni un ápice de crédito, ni un milímetro de confianza, pues lo que piden los etarras en su comunicado, y no hay sutilezas, es que dos estados (España y Francia) claudiquen, “que abandonen su política de represión” –dicen-. Estos individuos no se han enterado todavía que los que están fuera de la Ley son ellos y que el Derecho, propio y el internacional, reserva el uso de la violencia exclusivamente al Estado.

Dicho todo lo anterior, en mi opinión, tanto España como Francia, deben aprovechar la ocasión para tender aquellos puentes que sean necesarios para que ETA se rinda con las condiciones a las que antes he hecho referencia, condiciones que son verificables y que serán las únicas que puedan servir eficazmente a la normalización.

El País Vasco, la sociedad española en su conjunto, no puede estar al pairo de los intereses estratégicos de la banda terrorista, ni podemos ceder el más mínimo espacio político en virtud de extrañas coyunturas o procesos electorales.

En definitiva hoy ETA debiera haber anunciado su disolución y, muy al contrario, en su discurso no encontramos nada que nos haga pensar que eso vaya a producirse de momento; mantiene un discurso fuera de la realidad, dicen incluso que van a seguir en la lucha y, además, prescinden de España y Francia en lo que ellos denominan ‘solución sin injerencias’.

Lo que ETA hoy nos vende, no nos engañemos, no es su final definitivo. Tendrán que expresarlo de otra manera más clara y, ojala, tal declaración llegue pronto.

*Chema Gil es director de la edición de Diariocritico en Murcia
Diplomado (INSTFORPOL) en Seguridad Ciudadana, Terrorismo de ETA y Libertades Públicas y Diplomado Internacional en Estudios sobre Terrorismo por el Centro Unesco para la Formación en Derechos Humanos, la International University For Global Studies de la ONU.
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